El informe del secretario general de la OEA, sobre las recientes elecciones en Venezuela, debería ser tomado en cuenta por el presidente Moreno. A efectos de formar su nueva política externa –impuesta por las circunstancias externas e internas, reveladas por la opinión pública nacional e internacional– respecto de la dictadura de Maduro.

El secretario Luis Almagro informó que las elecciones se celebraron sin respetar las garantías básicas de toda elección y, por ello, tienen que repetirse los comicios. La grave observación se sustenta en los obstáculos para la participación política, tanto por la vía de presentar candidaturas como del ejercicio del voto de millones de venezolanos que viven en el extranjero. Lo señalado por Almagro coincide con las denuncias en las redes sociales de venezolanos expatriados. Además, destaca la amplia abstención ciudadana dentro de Venezuela (tal vez para no legitimar el fraude).

Almagro también aludió a los impedimentos de los principales líderes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) para participar en los comicios, por estar inhabilitados. Tal fue la situación de Henrique Capriles y de Leopoldo López (quien cumple penas por supuestos delitos comunes). Tan antidemocrática forma de impedir la participación de la oposición es grotesca.

El caso es que las elecciones en Venezuela están envueltas en las sospechas del fraude, a tal punto que el exchavista candidato “contradictor” de Maduro, Henry Falcón, desconoció los resultados y también pide nuevos comicios.

Las noticias sobre los venezolanos que no votaron en la ciudad de Miami porque estaban seguros de que habría fraude electoral en Venezuela no pueden ser ignoradas: “A media tarde del domingo, solo ocho venezolanos de un padrón de más de 19.000 habían votado…”, rezaba un titular de la agencia France Press. Por lo indicado, se da la coincidente manifestación de la Unión Europea, Estados Unidos y la mayor parte de América (en especial el Grupo de Lima), desconociendo las elecciones del domingo pasado por ilegítimas.

El presidente Moreno debe evaluar que el régimen venezolano –una real dictadura militar con libreto cubano, evidenciada por la alineación represora de las Fuerzas Armadas contra el pueblo inconforme con la corrupción e inoperancia– tiene pocas opciones para salir de la crisis económica, humanitaria, de desabastecimiento de alimentos, de violencia y migratoria, no vista en América Latina. Ante el dramático trance, “los venezolanos no podemos solos” se escucha en los foros internacionales. Y claro, la mayoría opositora fue forzada a abandonar su país, un éxodo que llegaría a los 4,3 millones de personas, según la agencia AFP. Esta misma agencia registró que los venezolanos salieron en condiciones paupérrimas y se instalaron en campamentos de refugiados en las fronteras de Colombia y Brasil, dejando atrás su país con una descomunal inflación (13.800%) y familias que sobrellevan cortes de electricidad, de agua potable, grave escasez de comida y medicinas.

En otras palabras, el continuar apoyando a Maduro nos sitúa en una denigrante complicidad con los atropellos a los derechos humanos de los sufridos venezolanos. Ese pueblo, que se debate entre morirse de hambre o escarbar la basura para alimentarse, no merece nuestra indolencia, señor presidente.

¡Debemos sumarnos al repudio a Maduro y a la cuadratura de su socialismo genocida!(O)