Es muy frecuente en las empresas que se den diferencias entre los socios, entre los ejecutivos, dentro de los directorios, en razón de las cifras, de la contabilidad y de los estados de pérdidas y ganancias.

Por ello, las empresas recurren a un auditor externo. Son muy famosas, las “4 grandes” como se llaman a las más importantes empresas auditoras del mundo, que dan este invalorable servicio.

El balance y los estados de resultados auditados son la palabra definitiva. Esa auditoría es la que se acepta por parte de todos como la verdad. Esos estados auditados son los que sirven para que los bancos y entidades crediticias acepten las cifras de la empresa como válidas y verdaderas.

La auditoría externa es muy relevante en el Ecuador de hoy. En la agrupación Alianza PAIS hay dos claros bandos en controversia: por un lado la familia Revolución Ciudadana. Por otro lado, los morenistas, hoy gobiernistas.

Los unos hablan de mesa servida, del país de las maravillas que dejaron. Los otros dicen que les ha tocado administrar una herencia perversa.

Ante esto existe la maravillosa herramienta de la auditoría externa. Muchos institutos de primer nivel, fundaciones de gran prestigio, realizan evaluaciones año por año de los países. Lo hacen, como las grandes firmas auditoras que son tan conocidas, con independencia, con profesionalismo y gran seriedad.

Tomemos tres de las más prestigiosas: el índice llamado Economic freedom of the world (libertad económica del mundo), realizada por el Instituto Fraser a través del Instituto de Asuntos Económicos. En ese índice el Ecuador ocupa el nada honroso puesto 130 entre 159 países del mundo.

En el índice del Instituto Cato, el Ecuador está en el todavía más lamentable puesto 142 entre 159 países.

En el índice del Heritage Foundation, el cual es el que el autor de este artículo utiliza más y por lo tanto lo desmenuzaré en más detalle, el Ecuador ocupa el lamentable puesto 165 entre 180 países. En la América Latina somos el país 28 entre 32, y solo están en peor lugar Suriname, Bolivia, Cuba y Venezuela en el orden descendente respectivo. No es coincidencia que estén ahí tantos países propulsores del socialismo siglo XXI. De hecho, dentro de las cinco categorías de países que usa el Heritage Foundation, obviamente estamos en el último grupo, que se llama “países represivos”. Compartimos ese honor en el grupo con países como Corea del Norte, Venezuela y Cuba.

La contundencia de los pronunciamientos de los auditores externos hace ver que no hay ya más espacio para que la familia Revolución Ciudadana siga defendiendo lo indefendible, y haciendo que el país pierda tiempo y energía en una estéril discusión.

Lo primero que notamos es la coherencia entre todos los índices. En todos ellos estamos entre los peores países del mundo.

Pero veamos qué mide el índice del Heritage Foundation. Se basa en cuatro grandes categorías: seguridad jurídica, eficiencia regulatoria, tamaño del gobierno y libertad de mercados.

A su vez, cada una de estas categorías tiene tres subcategorías. Así, por ejemplo, en el caso de seguridad jurídica las tres subcategorías son: vigencia de los derechos de propiedad, honestidad e integridad del Gobierno, y eficacia del sistema judicial. Pues bien, en esos rubros las notas sobre 100 para el Ecuador son: 36,7, 30,2 y 23,3, respectivamente. En otras palabras la seguridad de mi propiedad y los derechos que me dan un contrato saca la nota de 36,7. La honestidad de los corazones ardientes y las manos limpias saca 30,2, y la gran revolución de la justicia y su imparcialidad saca 23,3.

¿Quién quiere venir a invertir en un país así? Y si viene, ¿qué rentabilidad espera para compensar estos riesgos?

En su último reporte el Heritage Foundation dice: “La administración del presidente Moreno recibió una pésima herencia de su represivo y populista predecesor, el cual extendió los alcances del Gobierno a través de toda la economía, generando incertidumbre económica y desmotivando la inversión privada. El sector privado ha batallado para operar y competir con un inmensamente inflado sector público, en lo que se ha convertido en un ambiente empresarial restrictivo. El régimen comercial restrictivo reduce la competitividad y erosiona la productividad. El sector financiero subdesarrollado y altamente controlado por el Estado limita el acceso al crédito y añade a los costos de los empresarios”.

La contundencia de los pronunciamientos de los auditores externos hace ver que no hay ya más espacio para que la familia Revolución Ciudadana siga defendiendo lo indefendible, y haciendo que el país pierda tiempo y energía en una estéril discusión. Ya sabemos que los últimos diez años representan el peor desperdicio de recursos y de una oportunidad histórica como jamás tuvo el Ecuador.

Y si los gobiernistas tienen este aval, de confirmar que es cierto lo que han sostenido a base de lo que dicen en forma contundente todos los auditores externos sin excepción, entonces no tienen ya más espacio para que se mantenga dentro del régimen todo el continuismo del cual todavía está impregnado la administración morenista. (O)