Se acercan las elecciones de autoridades seccionales. Como era de esperarse ahora vuelven a aparecer, de quien sabe dónde, un sinnúmero de ciudadanos desconocidos “que no aspiran a ningún cargo” en los pueblos y ciudades. En medio de los actos públicos, realizando bingos gratuitos, repartiendo una que otra canasta de comida, haciendo fritadas, parrilladas. Llegan a los pueblos, pero sin conocer a sus habitantes. Van a las iglesias y quién sabe cómo, pero se vuelven protagonistas, pues ocupan los asientos delanteros y hasta leen los Evangelios bajo la mirada confundida de los devotos que nunca antes los habían visto por allí, no se inmutan.

Los acompañan a esta gente siempre personas de las zonas que visitan, vistiendo camisetas gastadas de listas antiguas y listas nuevas, haciendo de guías turísticos a esos “que no aspiran a nada”, a esos que solo quieren conocer las necesidades para ver de qué forma pueden ayudar. Se van a las canchas donde juegan las personas y practican deportes junto con ellas, de manera tan improvisada que hasta lo hacen con pantalones largos y camisas con botones. Se rodean de todos, se dan un baño de pueblo. Regalan unas cervecitas para que refresquen y, claro está, se toman las fotos de rigor. Las redes sociales se colman de comentarios, a algunos convenientemente los critican suavemente y ya con eso tienen carta abierta para, mediante una réplica, demostrar lo mucho que han servido a su pueblo o ciudad. Hacen una minirrendición de cuentas y, po r supuesto, mues tran muc h a s pe ro muchas fotos. Ahora la realidad es otra, to do s estos ciudadanos “que no aspiran a ningún cargo” son los pseudocandidatos que si tienen suerte y ganan las elecciones primarias de sus respectivos partidos es que aún las hubiera) van a aspirar a alguna di gnidad. Ellos son los que si las cartas juegan a su favor, van a terminar dirigiendo los pueblos y las ciudades. Las sociedades nunca se detienen, las necesidades están presentes día con día, el hambre, la inseguridad, la drogadicción, la falta de educación y un sinnúmero de etcéteras conviven con los habitantes los 12 meses del año.

No es de extrañarse que ahora, como sucede siempre, faltando poco tiempo para que vuelva a haber contiendas electorales, aparezcan esos “que no aspiran a nada”, presentándose ante todos como los próximos redentores si llegaran a tener la oportunidad de hacerlo, si fuesen elegidos dignatarios. Lo que sí es de extrañarse es que si tanto se preocupan de lo que puede suceder en las sociedades, bien pudieron haber hecho algo al respecto como ciudadanos comunes de a pie, ya que si nacieron con ese afán de ayudar a los pueblos “sin aspirar a nada a cambio”, lo pueden realizar aunque no vayan a ostentar a cargos políticos y no solo un par de meses antes de elecciones.

Más que un derecho, es un deber de las sociedades elegir a quienes los gobernarán, de manera reflexiva y no solo porque les regalan un sándwich, una cola y una sonrisa desde la tarima en algún mitin improvisado, como los que a medida que pasen los días más seguidos van a realizarse. Sería bueno saber qué hacen los candidatos luego de que pierden las elecciones.(O)

Francisco A. Ramírez Parrales,
Arrocero, cantón Samborondón