Vivimos días en los que una raíz de muerte, el narco, ha absorbido nuestra atención. La inconsciente aceptación del narco, y con el narco la muerte lenta de la capacidad de reflexionar y de decidir, es una razón más para utilizar en servicio a la vida, también, los recursos para muchos escondidos o infravalorados.

Jesús nos invita a mirar en el campo no solo la publicitada hierba venenosa del narco, sino también los gérmenes de vida: hay varios en Ecuador.

En tiempos en que nos circunda la muerte, es necesario pensar en la vida, como nuestro destino.

He recordado con la mente y he dado valor con el corazón a pequeñas realidades. Realidades que tantas veces había visto en los campos que he recorrido, pequeñas realidades, guardianas de un germen de vida desperdiciado: el suero de leche, arrojado, como sin valor.

Para llegar a los lectores he ahondado la mirada en estudios realizados por personas empeñadas en la alimentación de los ecuatorianos menos favorecidos.

He aprendido que el suero de leche, residuo líquido de la producción, es un gran depósito de proteínas.

En el siglo pasado fue considerado subproducto insignificante, tan insignificante que aún se vierte en ríos y desagües; tan insignificante que era y es destinado preferentemente para la alimentación animal.

La toma de conciencia del valor nutritivo del suero de leche ha sido lenta. En 1996, el Consejo de Europa prohibió el vertido del suero de leche en sumideros por dos motivos contrastantes, la contaminación con la degeneración de su valor nutritivo.

Hace ya setenta años ha nacido en el mundo la industria del suero de leche, para producir una variedad de alimentos para humanos. No sabía que los quesos Ricotta y las bebidas Rivella concentran proteínas para dietas especiales. Por su bajo costo, el suero de leche ofrece la oportunidad de producir alimentos nutritivos y económicos.

Me informaron que, según estudios de laboratorio, la composición proteica del suero de leche es más parecida a la composición proteica de la misma leche de vaca.

Hay quienes juzgan inconsciente o irresponsable el desperdicio del suero de leche, que se pierde en Ecuador. Las proteínas de este suero podrían cubrir las necesidades diarias de 120.000 ecuatorianos.

¡Y pensar que hay aún en Ecuador problemas de nutrición infantil!

No nos contentemos con hacer nuestra la expresión frecuente de niños y jóvenes: “Pongámonos las pilas”. Confiemos en la creatividad de industriales ecuatorianos: ellos pondrán en el comercio alimentos nutritivos y de bajo precio. Los ciudadanos hacemos el Estado. El Estado es para la vida de los ciudadanos, no para su muerte. Entregarle nuestra creatividad responsable es entregarnos a la muerte. Que lo diga Venezuela.

La vida eterna se prepara en la tierra, también, con mente y corazón, es decir, con libertad y responsabilidad.

Me llamó la atención la afirmación de un estudioso de esta realidad: Si el suero no es utilizado y, a pesar de su valor nutritivo, es vertido en cuencas hidrográficas de nuestro país, la contaminación diaria que causa es igual a la generada por 450.000 personas.

(O)