Sí, nosotros –los ecuatorianos, como colectivo– permitimos que un gobernante, con taras multiplicadas, de prácticas totalitarias y fascistas, en una década, nos precipite al estado de crisis en que está la Patria.

Los periodistas Javier Ortega y Paúl Rivas y el conductor Efraín Segarra, del diario El Comercio –los tres de conducta profesional ejemplar– tomados como rehenes y asesinados en la línea de la frontera norte del Ecuador, son mártires de las consecuencias de esa permisividad.

El mejor homenaje que el Ecuador debe rendirles –junto a la solidaridad y al apoyo a sus familias– es que todo se transparente, que actúe con severidad el poder, que rectifique en sus políticas de seguridad y de relaciones internacionales, en la línea de dignidad, abandonada en la década del correato, con profesionalismo, que se establezcan responsabilidades y se demuestre que hay autoridad en pleno ejercicio de soberanía.

Los corredores del narcotráfico

Los sectores limítrofes, en la década del correato, se convirtieron en corredores del narcotráfico. País de tránsito pasó a ser el Ecuador, desde naves hasta valija diplomática estuvieron a su servicio.

Supuestamente lo permisivo se explicaba por “el respeto” a los desplazamientos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) del país del norte, antes y después de la intervención armada de Colombia –1 de marzo del 2008– sobre el campamento de Angostura, en territorio ecuatoriano, y la muerte de Raúl Reyes, segundo al mando de las FARC, y quienes lo acompañaban en el campamento bombardeado.

Correa nunca ocultó su admiración por las FARC –Hugo Chávez, tampoco–.

¿Todos los de las FARC y los del ELN han estado vinculados con el narcotráfico? Seguro que no. ¿Segmentos de estas?, seguro que sí.

Parecería que el narcotráfico es su principal fuente de recursos. Correa, al facilitar los corredores para su desplazamiento, viabilizó su salida.

Servicios de inteligencia

Eran esenciales para que las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional puedan actuar. Correa los desmanteló y creó la Secretaría Nacional de Inteligencia (Senain) desde la cual se privilegió el espionaje y la persecución política a los opositores. Sus derroches de dinero y la vía de gastos reservados, aun inventando usos o destinos, pagando a membretes y supuestos pseudónimos, evidencian la corrupción que imperó en esta.

A lo anterior se suman las acciones políticas contra los mandos y el personal de las instituciones mencionadas, deteriorando su relación, con ministros que las ofendían, con adquisiciones irregulares y con la interrupción de carreras profesionales. Las pillerías de los pases policiales y la farsa del 30-S, que llevó a muertes –por la escalada de violencia que generó– y a privaciones de la libertad, por la actitud demencial del gobernante, afectaron gravemente a la Policía Nacional.

¿Por qué la violencia criminal contra periodistas?

¿Será que se quiso retomar el ejercicio de la soberanía del Ecuador, sobre los corredores facilitados por Correa? Ahí se iniciaron acciones terroristas, aun causando muertes de personal de la Fuerza Naval.

Los periodistas significaban bastante más. Satanizados los medios de comunicación por Correa, se retoman espacios con Moreno, pero había que generar temor para que se frene la libertad de prensa.

Parece como burla al país la afirmación de que en el correato nunca pasó algo similar, cerca de la línea de frontera, cuando aquello se explica porque los criminales de ahora eran los beneficiarios de que todo les esté permitido.

¿Fue acertado lo actuado por el Gobierno?

Creo en las intenciones de Moreno. Su dolor fue evidente en todo momento.

Pero en su entorno faltó profesionalismo y no se obtuvo el nivel de apoyo que debió darle Colombia, ni se recibió la adecuada asesoría internacional de quienes han actuado en circunstancias similares.

Las rectificaciones en los equipos de su entorno y en las líneas de acción deben darse de inmediato. No habrá la adhesión nacional ni el apoyo para fortalecer la seguridad y la economía –inseparables una y otra– de no producirse las rectificaciones.

Por supuesto, cero de novelerías y de privilegiar situaciones como la de Assange en la Embajada en Londres, utilizado por el Gobierno ruso para intervenir en contra de la señora Clinton, en la elección presidencial del 2016 en Estados Unidos, ahora colega en el canal Russia Today, con el expresidente Correa.

¿Unión junto a Moreno?

Sí, demandándole rectificaciones y que no permita que los vestigios del correato, que aún estén en los espacios de poder, le condicionen para que no pueda cumplir su compromiso de evidenciar con transparencia todo lo anterior, de cualquier época, lo del presente y lo que vaya actuándose.

Se percibió, días atrás, cómo en su entorno no faltaron los que defendieron los fraudes de información sobre la deuda pública, fraudes que tuvieron como razón de ser endeudar más al Ecuador, en los contratos con sobreprecios y otros ilícitos.

¿Hay quienes quieren desestabilizarlo?

Más que hacerlo, unos críticos de Correa y de Moreno, repiten: “La misma jeringa, pero con distinto bitoque” y otras frases parecidas. Piensan en la muerte cruzada y/o otra Constituyente.

Si quieren desestabilizarlo los del correato. No lo ocultan.

La marcha del correato en Quito, el miércoles 11 de abril, ya anunciada la ejecución de los compatriotas rehenes, en momentos dramáticos para los ecuatorianos, vociferando con megáfonos y altavoces “Y va a caer, el patuleco va a caer”, burlándose del presidente, por sus limitaciones físicas; y, los carteles “Con las cenizas de los traidores construiremos la Patria de los humildes” lo evidencian. (O)