El 14 de febrero de todos los años se celebran, universalmente, dos acontecimientos que teniendo aparentemente dos significados diferentes, son dos misterios creados por el mismo Señor del universo: el amor y la amistad.
Lo gratamente curioso es ¿qué depende de qué y hasta dónde es necesario hacer esta diferenciación? Es procedente una descripción sencilla de estas dos realidades divinas, ubicándolas del “cielo hacia arriba y del cielo hacia abajo”. Hacia arriba encontramos el Reino de Dios, mientras que hacia abajo tenemos la vida humana. Para Dios, primero se instituye la amistad como principio, porque es el enlace del hombre cristiano con su Creador. El amor entonces es una consecuencia de la amistad, cuando existe, se disfruta como una sola verdad que conlleva a la felicidad. Es posible hablar del amor y la amistad, los que convivimos con el mundo pero cuando tenemos una relación inspirada en los principios de Dios, demostrable en la forma como nos comportamos los unos frente a los otros, puesto que es la práctica de una forma de vida permanente. La amistad es un don muy particular entre los cristianos y su Creador, mientras que el amor es un supremo sentimiento que el mismo Dios lo entrega a sus escogidos, siempre que se sometan a su voluntad. En el plano cristiano el amor es sacrificio, mientras que humanamente hablando es un servicio permanente. El componente más sobresaliente entre el amor y la amistad es la lealtad, debiendo ser entendida como la fuerza de imponer los valores frente a los contravalores. Con fines estrictamente didácticos y para un entendimiento ágil, se estima que el amor y la amistad se centran en una institución sagrada llamada familia, donde los padres son como representantes de ese núcleo, mientras que los hijos son los beneficiarios de la amistad entre sus progenitores (y todo el grupo está consolidado por el amor), tornándose irrebatible por las fuerzas de la amistad y del amor; sobresaliendo la lealtad, la confianza y el respeto entre cada uno de sus componentes.
Recordemos siempre que el 14 de febrero el amor y la amistad nos revelan dos formas de afectos: uno de naturaleza benevolente y que corresponde a Dios, y posiblemente a los padres; y otro de naturaleza reverente representado por sus descendientes y de obligatorio cumplimiento para quienes le dieron la vida. Cuando nos identificamos con los valores del amor, amamos el amor, amamos el dolor, amamos la injusticia y amamos hasta a los enemigos. (O)
Marcos Antonio Coronel Murillo,
ingeniero comercial y psicólogo; Guayaquil