Reflexión significa acción y efecto de reflexionar, esto es, pensar atenta y detenidamente sobre algo, nos enseña el Diccionario de la lengua española.

Así podemos decir: estoy reflexionando, mientras nuestra mente discurre, o esto es lo que he reflexionado, cuando concluimos y participamos nuestro pensamiento.

También, cuando expresamos: A mí me parece… debe suponerse que vamos a expresar el resultado de una reflexión.

¿Estamos entrenados y preparados para reflexionar?

Creo que la respuesta es completamente personal y cada cual hablará de la feria según le haya ido en ella.

Incluso habrá quien reflexione casi automáticamente, sin percatarse de la gestión realizada por su mente.

Nuestra mente puede llegar a tener una velocidad asombrosa, de la cual más de una vez no somos conscientes, ni valoramos o apreciamos suficientemente.

Considero que no todas las personas reciben enseñanzas específicas suficientes sobre la naturaleza, importancia y ventajas de la reflexión.

Un verdadero y buen entrenamiento para reflexionar evitaría todo óbice para que no sea oportuno su resultado.

Pero: ¿quiénes son aquellas personas que pueden dotar a otras de elementos suficientes para realizar una oportuna y apropiada reflexión que permita una eficiente conclusión que evite errores y promueva aciertos?

Me complazco cuando escucho a padres o madres de familia explicar, con paciencia y demostraciones de afecto, a sus hijos los motivos por los cuales no van a obtener el resultado de sus caprichosas y hasta descomedidas exigencias.

Me parece que allí se inicia una ruta apropiada para ir ascendiendo en el control de los impulsos y convertirlos en oportunidades de perfeccionamiento personal.

Recuerdo a quienes, en el ejercicio de la cátedra, desafiliados de la exigencia del aprendizaje “de memoria”, inducían a la comprensión y explicación, aun con propias palabras, de la enseñanza que se trataba de trasmitir.

La aceptación o rechazo de pensamientos, postulados y sistemas de administración o gobierno, por ejemplo, no son de fácil adhesión razonada, si no existe un adecuado conocimiento del tema y capacidad de libre discernimiento, por conocimientos suficientes.

Por eso, para todas las personas, desde las más a las menos ilustradas en el tema que se propone, necesitamos orientaciones y hasta reiteradas explicaciones hasta lograr enterarnos de lo que realmente se trata, cuando se nos piden juicios de valor, especialmente para aprobar o rechazar conductas de otras personas.

¡Ah! y mucho más si se trata de juzgarnos a nosotros mismos, porque entonces solemos ser muy benévolos para justificarnos, al tiempo que somos severos, a veces excesivamente, para juzgar a las demás personas.

Por eso estimo mucho a quienes ayudan a otras personas haciendo guías de reflexión, que procuran que sean objetivas y beneficiosas para el espíritu de quienes las utilizan bien y logran el objetivo perseguido.

¿Considera usted que son importantes y útiles mecanismos de introspección las guías de reflexión? ¿Se animaría usted a escribir o sugerir alguna? ¿Por qué? ¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)