¿Para qué la consulta y el referéndum del 4 de febrero del 2018?

¿Será para consolidar la Revolución Ciudadana iniciada por Correa, al que se lo excluye?

El 30 de septiembre del 2017, en Montecristi, refiriéndose al correato, el presidente Moreno expresó: “Ahora se ha dado por llamar revolución a cualquier pendejada”.

El voto duro por el SÍ

Lenín tiene muy claro que el voto duro por el SÍ en las 7 preguntas, para el 4 de febrero, está en el casi 50% de los sufragantes que en la segunda vuelta del 2017 no votó por Moreno-Glas. Solo un segmento, aún menor, de esa votación será anti-Correa y anti-Moreno y anulará el voto, porque tacha de tongo a las distancias entre los dos.

El SÍ, voto duro, sin el cual no triunfaría el SÍ, es voto de confianza en Moreno, en la expectativa de que permitirá desmontar la institucionalización de la corrupción del régimen del correato. Para nada quiere la continuación de aquello a que Lenín llamó “pendejada”.

Los agregados al voto duro, serán, por un lado, los desencantados de la llamada revolución ciudadana, asqueados por la corrupción –entre ellos hay personas valiosas–; y, aquellos que se arriman al poder, que, al no tenerlo Correa, han pasado a estar con Moreno. Correa llama traidores a estos últimos, pero él bien sabe que, salvo excepciones, con un jalón de orejas, más rápido que inmediato, podrían regresar con él, porque son oportunistas.

Las tareas posconsulta

La principal será la reinstitucionalización de la democracia.

En comparación con Correa, es diferente el comportamiento de Moreno en el respeto a los ciudadanos, en lo que se destaca la no manipulación de las entidades de control y la no utilización de los mecanismos del poder para perseguir a sus contradictores.

Pero, las leyes –la de Comunicación, entre varias– y otras normativas para perseguir siguen intocadas. Deben ser derogadas o reformadas.

Mantenerlas vigentes, aun cuando no se atropelle con su normativa, ni se use a funcionarios venales para perseguir, como en el correato, enviaría una señal inaceptable de que se mantienen “por un acaso, haya que aplicarlas”.

La transparencia

El mérito de Moreno de no haberse dejado condicionar por Correa, debe profundizarse usando la verdad como su mejor herramienta.

La verdad en la deuda pública, externa e interna, debe publicarse, sin exclusiones, ni juegos de palabra. Los montos, incluyendo valores por pagar en la contratación pública, son superiores a los que se ha publicado.

Debe haber un diagnóstico transparente del estado del Banco Central del Ecuador. Lo actuado en la década del correato es de vergüenza. Nunca –en las nueve décadas y meses de su existencia, desde agosto de 1927– se manipuló y mintió tanto, en la relación de esa entidad con el Gobierno nacional y otras entidades del sector público. El riesgo de lo que le pueda pasar se traslada a la dolarización, de la que Correa siempre quiso salir a pretexto de regresar a la soberanía monetaria del Ecuador. La liquidez del Banco Central es muy insuficiente frente a depósitos a la vista que tiene. Debería llegarse a un nivel de suficiencia con una adecuada programación.

Sé que la transparencia puede asustar, pero –a su vez– evidenciará la honestidad que faltó en el correato; y, podrá generar confianza de que las cosas van a corregirse, no a disfrazarse.

La falta de transparencia –de no darse– llevará a la sindicación de Moreno, aun cuando las mentiras y manipulaciones no se hayan originado en su gobierno.

Las metástasis del centralismo

El paciente con cáncer se agrava cuando se producen metástasis: células cancerosas separadas del tumor original, primario, se trasladan por los conductos sanguíneos y linfáticos y forman un tumor en otros órganos o tejidos del cuerpo. Usualmente demora conocer la formación de las metástasis, lo que complica su tratamiento. Similar es el centralismo, una patología perversa, que copa todos los espacios; y, cuando, los afectados sienten su impacto, se complica enfrentarlo.

Correa no respetó al Banco Central, ni al IESS, ni a las universidades, ni a otras entidades que debieron gobernarse profesionalmente, técnicamente o académicamente, y presionó a otros espacios del poder público.

Con Carlos Pólit, en la Contraloría, se entendieron, aparecían en concierto, para exculpar o para acusar. Pueden señalarse casos puntuales.

El centralismo –por la acumulación absolutista de poder– si no dirige la corrupción, por lo menos la encubre.

La imagen de Correa, omnipresente, omnividente –que ve todas las cosas– el que decidía en todos los espacios, que nada se callaba, ni como expresión de prepotencia, ni como vómito de indignación, a veces fingida, en sus sabatinas, aún está en la memoria de los ecuatorianos.

¿Glas fue el “capo” de la asociación ilícita para delinquir o solo fue un escudero? Tarea para investigar.

La universidad ecuatoriana

El año 2018 se celebra el centenario de la Reforma Universitaria de Córdoba, Argentina, que generó el modelo de la autonomía universitaria latinoamericana, del cogobierno en todos sus espacios y de la necesaria rendición de cuentas al interior.

A la universidad ecuatoriana la asfixió Correa.

¿Los maestros y los estudiantes –y también sus empleados y trabajadores– exigirán que se les restituyan sus derechos de historia centenaria?

No sería admisible que se silencien, como que estuvieran castrados del valor que deben evidenciar. (O)

El SÍ, voto duro, sin el cual no triunfaría el SÍ, es voto de confianza en Moreno, en la expectativa de que permitirá desmontar la institucionalización de la corrupción del régimen del correato. Para nada quiere la continuación de aquello a que Lenín llamó “pendejada”.