Primero, ciertamente todos debemos pagar impuestos para financiar acciones colectivas o solidarias. Segundo, deben ser razonables en su monto, justos en su cálculo y obviamente servir esos objetivos específicos, no para financiar obras discutibles (¿Metro? ¿200 millones en ruta a Collas?) o empleados que complican la vida más que otra cosa.

Todo esto se aplica a la reciente alza de los impuestos prediales en Quito (ojalá no sea mal ejemplo para otras ciudades), pero dejemos de lado el uso de esos recursos y centrémonos en lo razonable y justo. Y ahí termina de inmediato la discusión, porque la nueva base de cálculo es absurda. En nuestro caso familiar, echando un vistazo rápido hemos detectado que el avalúo municipal de una propiedad y un terreno deben estar ¡entre el doble y el triple de su valor real! Por eso, en lugar de discutir voy simplemente a solicitarle al Municipio que me compre esas dos propiedades al precio señalado por ellos, incluso puedo ser generoso, otorgaré una rebaja de 10%, 20%, 30%. Y si no aceptan esta propuesta, iré a exigir que se apliquen sanciones drásticas y se me compense monetariamente, porque eso le sucede al ciudadano cuando “actúa mal” en sentido contrario: ejemplo, hay sanciones si uno no declara correctamente su patrimonio al SRI (algo que no debería siquiera existir, uno no tiene por qué entregar esa información al Gobierno, a no ser que un juez lo exija en casos concretos), hay sanciones si uno subdeclara el valor de un bien en una operación de compraventa etc… ¿Por qué habría sanciones cuando el ciudadano actúa “incorrectamente” y no cuando el Estado abusa?

¿Por qué sucede esto? Porque esa es la esencia del Estado: aplicar al ciudadano el enorme peso de su poder, porque no hay poder igual en la sociedad. En estos 10 años se nos ha vendido el cuento de que el Estado está ahí para protegernos de esos poderes ocultos que abusan de nosotros cada día: banqueros, empresarios, medios de comunicación. Todo eso para desviarnos la atención del verdadero poder que es el Estado, cuya acción es muy simple: expide una ley, reglamento u ordenanza, y aunque sean absurdas se tornan de aplicación obligatoria y sin duda sancionable. ¿Quién más tiene ese poder? Nadie, ejemplo: un empresario puede subir los precios de sus productos y empeorar la calidad, pero, al menos, no lo puede imponer a los demás.

Veo que hay Cámaras pidiendo información sobre este tema, para actuar frente a estos abusos municipales. Hay que actuar, es la única manera no de evitar pagar impuestos, sino evitar caer en el abuso… ¡y por último, que el Municipio me envíe el cheque de la compra de mi propiedad!

NOTA. “Gracioso”, a Long su conciencia no le permite servir a un Gobierno abusivo… ¡pero fue 10 años feliz con Correa! “Sorprendente” Lenín. ¿Richard Espinosa, tan cuestionado, premiado a una embajada? Candidatas a vice: defensoras de la reelección indefinida, feroces correístas cuando se denigraba, insultaba, abusaba de los ciudadanos. ¿Ahora pretenden la Vicepresidencia?... “Así es la política”, me dicen… ¡No debería serlo! (O)