Al enterarme de la espantosa noticia de que hay más de 800 niños que han sido víctimas de abuso y violación, el hedor de la descomposición del tejido social preocupa. Estos execrables delitos no pueden quedar en la impunidad.
La sociedad debe movilizarse en defensa de este grupo etario muy vulnerable. Deben asumir las consecuencias, los autores, cómplices y encubridores, que por acción u omisión provocaron o dejaron pasar estos delitos.
Los tormentos que han sufrido estos niños son lamentables y duelen. Estos casos, aparte de que son alarmantes, pienso que apenas son la punta del iceberg. ¿Cuántos casos estarán en el silencio? El abuso sexual a menores de edad es uno de los tipos de maltrato infantil con las peores repercusiones traumáticas en las víctimas, quizás muchos de estos niños víctimas de abuso sean en el futuro los abusadores. Tenemos que darles soporte emocional tanto a las víctimas como a los padres, porque las víctimas tienen mayor tendencia a presentar problemas de depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, suicidio e ideación suicida, baja autoestima, enuresis o encopresis, trastornos alimentarios, trastornos del sueño, labilidad emocional, agresividad, déficit de atención e hiperactividad, etc.
Medidas educativas por lo general van dirigidas a escolares, ya que los niños más pequeños son incapaces de diferenciar el contacto sexual inapropiado, de una relación de cariño; pero también deben ir dirigidas a los padres de familia, maestros o cualquiera que trabaje con niños o adolescentes. Las medidas consisten en enseñarles a los niños sus derechos, cómo oponerse a esos contactos y cómo buscar ayuda en esos casos, pero en las informaciones impartidas en los programas escolares tienen que evitar generar ansiedad entre los niños, porque pueden eliminar toda confianza en los adultos y confundir cualquier contacto como uno inapropiado.(O)
Roberto Gavilanes Guaycha, Vinces, Los Ríos