Las autoridades no reconocen la gravedad de la situación económica y defienden las políticas del Gobierno anterior.
Asegura el presidente de la Comisión Económica y Tributaria, Pabel Muñoz, que el presidente Moreno continuará la política de endeudar el país para mantener el gasto público; que lo que cuenta es sustentar el bienestar social y no tener buenos indicadores.
Con el masivo endeudamiento solo se lograría crecer 1,4% este año, según previsión oficial: eso es menos que el crecimiento de la población. Como el aumento de la deuda es tan alto y el crecimiento de la economía tan débil, el peso de la deuda crece: cada vez más de los ingresos fiscales van a servir la deuda cara, y queda menos para atender el resto del gasto presupuestario. El gasto dinamiza la economía, con lo que hay más importaciones, surge un déficit comercial y se pierden divisas.
Eso es insostenible.
Como el presidente convirtió al gasto fiscal en el motor de la economía, si se lo recorta la economía se contrae, y entran menos ingresos al fisco.
Hemos caído en un círculo vicioso del cual es difícil salir sin un gran esfuerzo, trabajando en varios frentes a la vez.
La salida se centra en atraer divisas que no sean deuda externa pública: exportaciones y turismo (que es una exportación de servicios). También inversión extranjera e inversión nacional con crédito externo, sobre todo en el sector exportador y en la sustitución eficiente de importaciones.
El problema dentro de esa estrategia es que como el gobierno de Correa descuidó la estabilidad de precios, en la última década los precios ecuatorianos han subido 23% más que los de EE.UU. Producir en el Ecuador es más caro que en nuestros vecinos de América Latina, competidores directos. Por ello, la inversión en el país se dirige más al comercio y otros servicios y no a la exportación.
Esto se corrige con el tiempo. Una recesión multianual desestimula las alzas salariales; la falta de demanda hace caer los precios internos. Los exportadores se ven motivados a incorporar a sus procesos innovaciones que reduzcan costos. Pero el costo para la sociedad de una recesión prolongada es muy elevado. Continuar con la política del Gobierno anterior solo empeora la situación.
El ministro De la Torre informa que se continuará con la política de restringir importaciones y que se apoyará a las exportaciones mediante una devaluación fiscal.
El concepto de devaluación fiscal implica que se dará alivio tributario a las exportaciones. Pero como el fisco está en crisis, ese costo lo pagará el resto de contribuyentes.
¿Cuáles serán los beneficios para los exportadores? ¿Cuáles los nuevos impuestos o contribuciones para el resto de contribuyentes? Aparentemente su determinación será tarea del Consejo Consultivo Productivo Tributario.
La devaluación fiscal implica un ajuste más ligero que el de una devaluación interna, que involucra otros sectores adicionalmente al fiscal. En particular, el laboral: una flexibilización que permita a las empresas producir más con el mismo costo, y por lo tanto ganar productividad a pesar de que los sueldos administrados no bajan.
La devaluación fiscal es un ajuste “light”. ¿Es eso lo que se pretende?
¿Bastará? (O)