La Constructora Norberto Odebrecht fue constituida en el año 1954, casi 10 años después de que su fundador se había encargado de varias obras de ingeniería, comenzando de esa forma una expansión sostenida que se consolida en la década de los años 60 con importantes construcciones en varios lugares de Brasil, lo que le permite lanzarse a la búsqueda del mercado internacional, firmando sus primeros contratos en Perú y Chile en el año 1979. Paradójicamente, poco tiempo después se crea el Holding Odebrecht, destinado a la preservación de las concepciones filosóficas y a la orientación estratégica de los negocios.

Décadas después, específicamente en el año 2004, Odebrecht celebra sus 60 años de creación con presencia en 16 países y 40.000 integrantes, siendo elegida como la mejor empresa de América Latina por la revista Global Finance, reconocimiento que se suma al obtenido en el año 2010 como la mejor empresa familiar del mundo, según el International Institute for Management Development; como los reconocimientos no paraban, la empresa Odebrecht celebraba el hecho de que en el año 2011, y por primera vez en su historia, se la considerara entre las 10 empresas más admiradas en Brasil, de acuerdo al informe de una consultora de ese país. Un golpe duro para la empresa brasilera fue el fallecimiento de su fundador y presidente honorario, Norberto Odebrecht, en el año 2014, sin embargo se asegura que para entonces todo el poder lo incorporaba su hijo Marcelo, quien hace algunos años ya había consolidado el papel de la compañía con “las millonarias adjudicaciones de obras públicas y el financiamiento de la banca estatal, reafirmando su poderío en toda América Latina para convertir a Odebrecht en la empresa de infraestructura más poderosa del continente”.

Marcelo Odebrecht era considerado como un ejemplo de inteligencia empresarial, habiendo sido sugerido como modelo de consolidación y éxito de una gran empresa. Se destacaba la gran capacidad que tenía el ejecutivo en sus gestiones de cabildeo, así como su capacidad de generar lazos de amistad y cercanía, siempre necesarias con los círculos más altos del poder político, destacándose su relación con los expresidentes Lula da Silva y Dilma Rousseff, así como con otros prominentes nombres de la política latinoamericana. Se cita el empeño de Marcelo Odebrecht en “la captación e integración de nuevos talentos para el éxito de las diversas áreas de inversión”, a lo que se agregaba que la filosofía de vida de la tecnología brasilera Odebrecht obligaba a que “el líder auténtico trabaja en equipo y lo convierte en un conjunto competente y equilibrado, le gusta las personas y los relacionamientos productivos, conduciendo a sus liderados a pensar grande, con foco en el cliente y en su necesidad”, todo lo cual permitía que los elogios se siguieran sumando ante tan plausible planteamiento del poderoso empresario.

Vaya, vaya. La “captación e integración de nuevos talentos para el éxito de las diversas áreas de inversión” de la gigantesca Odebrecht se tradujo –nada más y nada menos– en la colosal trama de corrupción de conocimiento público que hace temblar a propios y extraños, con hondas repercusiones también en nuestro país, lo que permitió que sus liderados “piensen grande”, con foco en sus clientes y necesidades. Quizás ahora es más fácil entender muchas cosas: al buen entendedor, pocas palabras. (O)