La música avisa. El camión está cerca. Todos corren. Recogen bolsas del patio, papeles del baño, latas de cerveza, pañales del abuelo, tripas de pescado, cáscaras de frutas, el perro muerto la noche anterior. Las corcheas y semicorcheas pasan volando. “para, hij…” grita un histérico vecino con un saco en cada mano. Por dos días no habrá recolección; en su sector el camión pasa lunes, jueves y viernes. Malos olores, moscas y otros bicharracos aparecerán inmediatamente, por no reciclar ni recoger a tiempo su basura.

Basura proviene del latín versūra, verrĕre, ‘acción de barrer’, ‘barrer’. Significa también suciedad, residuos desechados, lugar para residuos y desperdicios (http:// dle.rae.es). Por su composición existe basura orgánica, inorgánica, electrónica, desechos peligrosos. Por su origen: industrial, domiciliaria hospitalaria, comercial, urbana, espacial. La basura es tema complejo principalmente en las grandes urbes. Chile es el país con mayor generación, con 456 kilogramos al año por persona, superando a Brasil (383), Uruguay (376), Panamá (343) y Argentina (341) (https://www.veoverde.com). Guayaquil recolecta un aproximado de 4.200 toneladas de basura diaria; existiendo irresponsabilidad en algunos ciudadanos al momento de eliminar sus desperdicios. Situación más compleja en sectores periféricos, como algunas invasiones.

La producción y el consumo generan basura. Más consumo, más desechos. Sobre todo con el sistema estimulando el consumismo. El sociólogo Tomás Moulián en El consumo me consume, señala que la actividad de consumir solo es justificada moralmente cuando es necesidad, y considerada despilfarro cuando es goce. Indica que desde Fromm hasta Marcuse, ha influido la crítica que explora las relaciones perversas entre consumo y conciencia; pero hoy debe revisarse ese estigma y crítica despiadada a la relación entre consumo y placer o deseo. En el tema tratado, necesidad, deseo, placer y residuos causados en la acción de consumir, debe ser proporcional a la responsabilidad y conciencia para eliminar los desechos producidos.

El hombre de los sacos entra en pánico. No cuestiona el consumo; no haber recogido la basura a tiempo; no reciclar con los consejos de los medios. Sin escrúpulo alguno deja la basura en la pared del vecino. Camina sin mirar atrás, olvidando que “siempre, hay un ojo que te ve”, como dice la canción. Envoltorios, envases, cáscaras de frutas, bolsas, son tirados por las ventanas de los vehículos.

¿El problema es la basura o alguna gente irresponsable?, ¿falta de camiones recolectores?, ¿carencia de políticas de reciclaje?, ¿más mano dura en las sanciones? Debemos entender que la basura es propiedad privada de quien la genera, hasta ser depositada en lugares validados, dígase camiones, colectores, etcétera; no en casas vecinas, zanjas, paredes de colegios, parques, depositarios de desechos y animales muertos, generando pestilencias, moscas, mosquitos, roedores, contaminándolo todo; más aún con el caluroso invierno y canales desbordados expandiendo enfermedades, principalmente hacia niños y ancianos.

Un hombre enfurecido devuelve los sacos a su propietario. El ojo delator es apedreado. Gritos, insultos, forcejeos; la basura yace desparramada a golpes. Miro por la ventana, pienso en cómo podemos crear conciencia para consumir de manera responsable, generar menos desperdicios, implementar medidas de reciclaje, sacar la basura a tiempo, no tirarla en lugares inhabilitados, ayudando así a la solución del problema. Podemos demostrar nuestra cultura ciudadana haciéndonos cargo responsablemente de nuestros desechos, no tratando de eliminarlos a puñetazos. (O)