En plena campaña electoral, la Municipalidad ha instalado un nuevo Cristo crucificado gigante que toma la posta, como si el verdadero Cristo del Consuelo estuviese enfermo y a punto de morir; falso, de falsedad absoluta.
Por eso, la procesión que antes culminaba en la iglesia del Espíritu Santo, ahora deberá terminar en la explanada de Cisne 2, que sería el nuevo destino –por disposición municipal y de la cúpula eclesiástica– cuya concurrencia de decenas de fieles no será similar a la de la Semana Santa, razón por la cual creo que un sacerdote lloró en la tarima indicando la importancia de llevar el crucifijo. En el acto, el señor alcalde dio un discurso promocionando la obra y la regeneración urbana de Cisne 2, desplazándose el calor ardiente, afectuoso e intenso en cosas de piedad, y el fervor de un sentimiento profundamente religioso de la procesión del Viernes Santo, que congrega a casi medio millón de personas que hacen penitencias o piden trabajo, salud o bienestar. El nuevo Cristo crucificado, acoplado en un pedestal con placas soldadas en la parte inferior de los brazos, únicamente copia las manos y la colocación de los dedos, similar al pintado en 1963 por Diego Velázquez; tampoco se compara con el verdadero Cristo de Consuelo que está en una auténtica cruz de madera con las manos, rostro, rodillas y pies ensangrentados, y con la tablilla del INRI que es la sigla de la frase Jesús de Nazaret - Rey de los judíos, que, según el Evangelio de Juan, habría sido colocada por orden de Poncio Pilato, como explicación de la causa de la condena de Jesús a una muerte en la cruz.(O)
Santiago Humberto Bucaram Ortiz, abogado, Guayaquil