La vicealcaldesa de Quito, Daniela Chacón, levantó un revuelo con su decisión de oponerse abiertamente al proyecto vial Guayasamín, por considerarlo improvisado en términos técnicos, poco transparente en sus mecanismos de aprobación, con una fórmula de financiamiento ampliamente favorable a una empresa china cuestionada internacionalmente, adjudicado sin concurso, y muy discutible en los beneficios que traerá para descongestionar esa zona del norte de la capital. ¡Muchos y muy serios cuestionamientos para un mismo proyecto! Los pronunciamientos de la vicealcaldesa se hicieron eco de una serie de críticas efectuadas previamente al proyecto por varios sectores de la ciudad, pero esta vez llegan sustentados en vacíos documentados desde adentro del Municipio. De modo que ella amplificó el debate, validó muchos de los temas ya puestos en discusión y colocó al alcalde en serios apuros.

Que Daniela Chacón haya tomado la difícil decisión de oponerse públicamente a un proyecto tan importante para la gestión de Mauricio Rodas, lo que a la vez implica romper políticamente con el alcalde, muestra facetas complicadas de la gestión municipal. La primera y más obvia, la falta de diálogo y entendimiento entre el alcalde y su vicealcaldesa, a pesar de pertenecer los dos al mismo partido político. A diferencia de lo ocurrido en alcaldías anteriores, donde los vicealcaldes han jugado un rol clave, la actual vicealcaldesa ha ocupado un lugar periférico en la gestión. O a Rodas le mueven temores de una eventual competencia política, o simplemente el suyo es un estilo que concentra y centraliza poder. Entre las críticas de Chacón al proyecto Guayasamín está precisamente el habérselo manejado con secretismo por parte de la Emmop, sin que el Consejo Municipal lo haya conocido en profundidad antes de ser aprobado.

La improvisación aparece también como un tema crítico. No hay estudios técnicos independientes que sustenten bien la obra; apenas existe la propuesta presentada por la misma empresa constructora. Resulta preocupante que las urgencias políticas del alcalde por mostrar obras puedan arrastrar a la ciudad a megaproyectos costosísimos –130 millones de dólares– que solucionarán transitoriamente el problema y que a la vuelta de unos pocos años generarán nuevas y mayores dificultades de movilidad y vialidad. No es la única obra en la que se critica de improvisación a Rodas. Los Quitocables fueron anunciados cuando no existía ningún proyecto de sustento técnico. A todo lo anterior, se suma el modelo de financiamiento y los beneficios que obtendrá la empresa china con la concesión del peaje en el túnel Guayasamín por 30 años.

El conflicto abierto por la vicealcaldesa debilita aún más a una administración ya afectada por su pobre imagen. Constituye un grave error de Rodas haber descuidado su frente interno, más aún siendo Daniela Chacón un buen cuadro de su partido en quien debía apoyarse delegándole temas claves. Hoy Rodas luce más vulnerable políticamente, obligado a responder con seriedad a las críticas al proyecto Guayasamín, y a generar un debate público sobre el modelo de gestión de la ciudad. Crecen los temores de que Quito está siendo arrastrada en muchos frentes por las urgencias político electorales de su actual alcalde. (O)