Combinando el sufijo de internet para Ecuador, ec, con la palabra inglesa exit, salida, obtenemos este remedo de Brexit. acrónimo para la salida británica de la Unión Europea. El Brexit es ya una realidad. La UE nació en 1951 como Comunidad Europea del Carbón y del Acero, bajo la guía de prohombres como Adenauer, Schuman y De Gasperi. Su visión era crear un espacio de paz y de libertad, donde poco antes había sido un campo de batallas con dictaduras brutales. El punto fundamental era el libre comercio entre los estados signatarios. La idea tuvo demasiado éxito, tanto que la primitiva Comunidad se fue transformando en una gigantesca entidad supranacional hiperreguladora. En lugar de ser, como quisieron los fundadores, una liberación, se volvió un nuevo dogal. Por eso casi podríamos celebrar el Brexit, sino fuese porque entre sus impulsores hay una tendencia para volver no al pasado, sino a la mera prehistoria, a los Estados parroquiales encerrados en sí mismos, lo que es peor. El abandono británico de la UE es un llamado de atención para recuperar el original proyecto liberal de un mercado común en un territorio de paz, caso contrario el colapso del ente paneuropeo se vuelve inminente.

La integración regional y continental, enfocada como hemos dicho, es una valiosa herramienta liberadora de pueblos e individuos. Quizá por eso ha tenido tan poco éxito en Sudamérica, pues mientras el mundo va hacia espacios de libre comercio intercontinentales, aquí no hemos logrado destrabar los proyectos subregionales. El Mercosur tiene un grave problema estructural y el más patojo de todos estos intentos es la agonizante Comunidad Andina de Naciones. Muchas razones han llevado a la CAN a ese estado, pero sobre todo la poca fe en la idea por parte de los países miembros, especialmente del Ecuador y especialmente en el actual gobierno. Se pretendió vender la idea de una nueva integración continental vertebrada por la ALBA, esperpento inútil, creado como instrumento geopolítico de las dictaduras de Cuba y Venezuela. Y aun a ese desangelado organismo nos unimos con poca convicción, recordemos que fue Hugo Chávez, descomedido y poco diplomático, quien anunció la incorporación del Ecuador a la ALBA, poniendo al mandatario ecuatoriano entre la espada y la pared.

Los tratados de libre comercio (TLC) son una interesante opción para liberalizar las relaciones entre Estados. Pueden evolucionar hacia entidades más orgánicas, pero vistos los últimos sucesos, hay que pensar si tal metamorfosis es deseable. Pero aun esta solución mínima ha sido vista con desconfianza y hostilidad por el régimen que nos gobierna, que rechazó de plano cualquier acuerdo de este tipo con Estados Unidos y negocia a regañadientes una versión desvaída de TLC con Europa. Con tanta mala voluntad lo hace que el propio canciller de la República, de paseo por su continente natal, se suelta en denuestos contra este tipo de soluciones. Torpedeamos la integración regional, nos cerramos a la comunidad continental y abominamos de la globalización, eso significa Ecxit, la salida del Ecuador del concierto mundial. (O)