Hay quienes tienden a resumir el origen y también la causa de un hecho negativo en la expresión “¡ah, humanidad”: ¡los pesimistas! Los que recurren a la palabra “humanidad” para expresar lo positivo son menos numerosos. ¿Tenemos el mismo concepto de humanidad? ¿Hay un elemento definitorio, o cada uno define, según “su saber y entender”, lo que es “humanidad”? Si no hay un elemento definitorio, hay que imaginar dos grupos, el de los buenos y el de los malos. Por supuesto, cada uno(a) se coloca en el grupo de los buenos, mientras en este grupo haya elementos que usar en “su” beneficio; cuando no haya esos elementos, ese grupo, dejando de ser deseado, deja de ser bueno, deja, según algunos, de ser humano.

También lo humano se clarifica en el transitar del hombre en la historia; pero el núcleo fundamental no se “refunda”; se hace vital con nuevos elementos. La indefinición de lo humano se proyecta en tantas conductas gelatinosas, acomodaticias; tantas que amparan los extremos y oscurecen la vida social.

No solo la fe cristiana ofrece el elemento definitorio (creados a imagen y semejanza de Dios, que es amor); también la vida humana, que en sí misma es social, exige un elemento definitorio.

Mirando nuestra macrorrealidad, la “corrupción de la partidocracia” fue el caballo de Troya del Gobierno actual. Con igual énfasis se denuncia la corrupción de actuales operadores; algunos de ellos, poderosos: corrupción es el porcentaje exigido por algunos, previo a pagos o a contratos. Esos algunos, si son poderosos, por intermediarios. ¿Es la conducta de las dos partidocracias igualmente humana que la conducta de personas de ayer y de hoy, que no se venden, que sirven con eficacia y puntualidad? ¿Por qué llamar a unas corruptas y a otras honestas? Señalé el elemento definitorio de los creyentes.

¿Con qué criterio juzgar la realidad humana de los homosexuales? ¿Bendecir esta realidad, sin otra razón que la sinrazón del miedo inducido por el inmenso poder económico y mediático? ¿Condenarla, como si no fuera realidad humana, integrable? Es una realidad vieja, que ha de integrarse en la sociedad moderna, respetando el núcleo de lo humano: sus valores. La realidad socialmente nueva no pretenda ignorar a la que ha recorrido siglos de historia. ¿Cómo? a) Tergiversando el mismo nombre: matrimonio significa “maternidad”. b) Descuidando la educación de los niños. Psicólogos afirman que la educación de los niños exige el aporte de padre y madre.

Legisladores, libres de presiones económicas y mediáticas, guiados por las ciencias, válidas para creyentes y no creyentes, legislen en bien de todos los ciudadanos. ¡Ah, humanidad! Los hoy poderosos y la sociedad definan las realidades, según el metro de lo humano, cuyos centímetros son la verdad, la justicia, la libertad, la responsabilidad.

Parece que a gobernantes de Venezuela, midiendo solo con el libreto el dolor ciudadano, ignorando, en un mundo globalizado, denuncias de narcotráfico y otros crímenes, les preocupa que, dejando el poder, no podrán impedir que se clarifiquen esas denuncias. Ayer, hoy y mañana los valores humanos hacen bien a la persona y a la sociedad. (O)