Ahora le tocó el turno a las tasas del correo nacional, yo opino que la elevación es exagerada si la comparo con la de otras regiones; por ejemplo:
Una carta internacional, de menos de 20 gramos, se franqueaba por $ 2,25. Ahora, esa misma carta con peso mínimo paga para la zona uno que comprende a los países sudamericanos, la nueva tarifa de $ 7,50; y si la franquea certificada, le toca adherir estampillas, son $ 12,50 (o sea, un 300%).
Enviar a los Estados Unidos –que es zona dos– una carta ordinaria cuesta $ 8; una certificada, $ 11,50; y a los países europeos –que son zona cuatro– por correo ordinario cuesta $ 8,50, y si es por correo certificado, son $11,75. Esto, refiriéndose a los pesos mínimos que pueden llegar hasta $ 83, y los certificados, a $ 100 por peso máximo.
¿Qué turista de los que nos visitan en el Ecuador querrá franquear una tarjeta postal pagando $ 7,50?
Las mismas correspondencias desde los Estados Unidos a Ecuador cuestan 42 centavos de dólar, y desde Europa a Ecuador, $ 1.
Creo –en lo personal– que Ecuador quizás tiene las tarifas más altas del mundo. Los que saldrían perjudicados con estas nuevas tarifas somos la clase media y baja, muchos no tenemos acceso a internet y tenemos que cartearnos con familiares y amigos que están en el exterior, invirtiendo –en el mejor de los casos– hasta un 10 o 20 por ciento de nuestro salario mínimo al mes, lo cual afecta más, sumado a los nuevos impuestos.
Y otros perjudicados seremos los coleccionistas de sellos de correo, porque las oficinas de los correos quizás pueden dejar de emitir los sellos de baja denominación, lo cual constituiría una exacción a los filatelistas que obligatoriamente tendrían que adquirir nuevas emisiones por valores elevados, y más cuando las adquieran para canje a sus colegas de otros países. (O)
José Arturo Valdivieso Saquisela, abogado, filatelista; Guayaquil