Por: Alfredo Cuadros Añazco

Pasquino era un sastre romano que se volvió popular gracias a las burlas que le propinaba a los miembros del clero de su época. Al fallecer, los romanos le erigieron una estatua representándolo como un gladiador. En este “monumento” se tenía la costumbre de colgar leyendas satíricas que centraban su burla a autoridades de turno. Con el pasar del tiempo, pasó a denominarse “pasquín” a la crítica satírica contra funcionarios o dignatarios, amén que también se fue otorgando ese calificativo a los escritos calumniosos, tal como según lo indica el autor Raúl Goldstein en su Diccionario de derecho penal y criminología (segunda edición, editorial Astrea, Buenos Aires). Es que la crítica burlesca, sobre todo a quienes ejercen cargos públicos, ha estado presente desde siempre en los albores de nuestras sociedades, basta con analizar –solo por citar un ejemplo– el rol que ha jugado la caricatura política a través de la historia.

Imbuidos de ese espíritu, las nuevas tecnologías permiten la diversificación de los métodos a través de los cuales se puede expresar el descontento contra algún gobernante con ayuda de la sátira (desde las elegantes hasta las directamente groseras). Un caso muy contemporáneo se dio en nuestro ámbito local, cuando el portal en internet llamado “4 pelagatos”  (http://4pelagatos.com/)  –que tiene una posición frontal crítica con el Gobierno– puso a disposición de todos la llamada “mashimachine”, que es una aplicación que permite al usuario ingresar palabras y frases que luego serán recreadas por videos y expresiones de nuestro presidente.

Para su funcionamiento, la “mashimachine” cuenta con una enorme base de datos de palabras y videos nutrida con el material que lo conforman más de cuatro centenares de sabatinas que ha protagonizado el primer mandatario y que permiten realizar una amplia búsqueda de términos y expresiones a gusto del usuario.

Todo esto hace cuestionar si la “mashimachine” o mejor dicho, su implementación y usos pueden ser considerados como violatorios a la propiedad intelectual dados los diversos elementos que se necesitan para su funcionamiento. Por ello son válidas las siguientes reflexiones: (1) Las intervenciones del presidente en las sabatinas bien pueden ser calificadas como discursos, los cuales son originales, por lo que bien son obras protegibles por el derecho de autor. (2) Por otra parte, al ser las sabatinas emitidas por canales de televisión, también pueden ser protegidas por la vía de los derechos conexos. (3) La imagen (que incluye apariencia física y voz) del presidente también se protege de acuerdo con nuestra Ley de Propiedad Intelectual y la Constitución.

Todo esto apuntaría a que la “mashimachine” vulnera varios derechos; sin embargo, debemos tener en cuenta: (1) Acorde con nuestra legislación vigente de propiedad intelectual, la imagen de toda persona no puede ser difundida –aunque se hable de fotografía, retrato, busto puestos en el comercio– a menos que se trate de acontecimientos con fines científicos, didácticos o culturales o con hechos o acontecimientos de interés público o que se hubieren desarrollado en público. (2) Las  sabatinas son eventos que suscitan el interés de la sociedad y de los ciudadanos, sean o no simpatizantes del Gobierno. (3) Toda persona que ejerce un cargo público –sobre todo un cargo de alta importancia como la presidencia– debe estar consciente de que por el hecho de estar más expuesto a la sociedad, debe soportar con mayor tolerancia críticas y hasta burlas por lo que diga o deje de decir. (4) Por último pero no por esto menos importante, todos los ciudadanos tenemos el derecho a la libertad de expresión garantizado en nuestra Constitución.

Por todo esto, no es aventurado concluir que la aplicación de la “mashimachine” funciona dentro de los límites legales y constitucionales permitidos. Más allá de esto, la polémica está servida, al punto de que según reporta el propio portal, se han recibido varios ataques informáticos que lograron deshabilitar la aplicación de forma temporal.

Palpamos entonces que el espíritu de Pasquino se ha reencarnado y adaptado a los tiempos modernos y se hace más presente que nunca gracias a la ubicuidad del ciberespacio.

* Abogado y máster en Propiedad Intelectual (O)