A propósito del último derby español que coincidió con la proyección de la última película de superhéroes de DC Comics, no he encontrado mejor analogía para comparar a dos astros del fútbol mundial en la actualidad, desde mi perspectiva particular.

Comparar a Cristiano Ronaldo con Lionel Messi, es como comparar a Batman con Superman. Cristiano es Batman, Messi es Superman. Batman es un ser humano normal que a base de esfuerzo (y dinero) ha desarrollado habilidades y herramientas (baticinturón, batimóvil, entre otros) para enfrentarse a los villanos y defender a Ciudad Gótica. Superman es un ser de otro planeta con superpoderes naturales, que ha sabido administrarlos en beneficio de la humanidad.

Ronaldo es atleta por excelencia, a base de disciplina ha llegado a ser el primer o segundo mejor futbolista del mundo actual, dependiendo de la preferencia de cada quien. Messi tiene ese don que solo a unos cuantos les es otorgado, como Mozart en la música, Einstein en las ciencias...; eso explica cómo de apenas de 1,70 metros, es un futbolista de final de Champions (2009 en el Olímpico de Roma), que cabecea solo en plena área donde juegan centrales como Nemanja Vidic y Río Ferdinand que llegan al 1,90 metros, y a un arquero (Van ser Saar) que bordea los 2 metros de altura; se mete entre marañas de defensas y la bola le queda a él para el remate final; o cuando tienen la bola las defensas (sobre todo inglesas y españolas) hace pasarla hasta llegar al área (y puede hacer la misma jugada cien veces de partir desde la punta derecha abrir camino a la izquierda para rematar con su mejor perfil, que siempre le sigue saliendo).

Con Messi el fútbol parece fácil, como cuando Superman levanta un barco. Cristiano, en cambio, parece más humano, más completo como atleta, tiene porte de futbolista de élite, tiene todo: pegada, juego aéreo, regate; me quedo con Ronaldo sin desmerecer que Messi es jugador de otro planeta, al que las defensa a nivel mundial aún no le encuentran su criptonita. (O)

Víctor Pazmiño Morán, ingeniero de Sistemas, Durán