Hace pocos años empezó a cobrar importancia el tema de los derechos de los animales domésticos. Nuestro país, al igual que muchos sudamericanos, no estaba muy avanzado en leyes que protegieran a perros, gatos y otros en la categoría de mascotas; estando entre los primeros en maltratos y abandonos.

Si no hay garantías para los propios ciudadanos, para turistas extranjeros que escogen conocer y disfrutar de maravillosos paisajes, peor para un animalito callejero que sea apedreado, atropellado..., y nadie dice nada porque solo es un perro o gato sin un hogar. En el problema social de la violencia a nivel mundial, el maltrato animal es uno de los síntomas que indica que un individuo tiene tendencia psicópata, Según estudios realizados por el FBI en Norteamérica, el 75% de asesinos seriales, violadores, acosadores escolares y psicópatas empezaron su carrera del crimen y horror cuando eran menores de edad, mutilando y torturando a animalitos domésticos.

En el hogar –primera escuela–, si no se da a conocer el respeto por todo ser viviente, no esperemos que el niño al crecer respete a las mujeres, los niños, los ancianos o cualquier persona que considere inferior; peor a los animales. Una sociedad civilizada la construimos todos. Existen personas que están de acuerdo con los movimientos por los derechos de los animales (“animalistas”), tildadas de “locas”, “ociosas”, “ridículas”..., por dar de comer a los animales callejeros; aunque no tienen recursos económicos, llevan a los animalitos atropellados, explotados, envenenados, enfermos, al veterinario, y son agredidas por denunciar el abuso a los animales.

El maltrato animal no pasa de tener una contravención, no hay castigo. En el país es más fácil que lo arresten por decirle cuatro verdades a un funcionario errado, en las redes sociales, que por agredir a tu esposa, hijo, vecino o tu mascota. Dejemos que proliferen las personas “locas” capaces de dar todo porque se respete la dignidad de cada ser viviente, no se ataque a las mascotas. (O)

Diana Alexandra Ozaeta Pinargote, Rocafuerte, Manabí