En un célebre poema, Ernesto Cardenal, el monje trapense de Solentiname, se dirige a Dios para recomendarle reciba en su seno a la “muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe”, la huerfanita violada de niña, la empleadita de tienda, que “como toda empleadita de tienda, deseó ser estrella de cine”. He recordado el texto a propósito del caso de la fallecida artista de la farándula ecuatoriana Sharon, cuyo verdadero nombre fue Edith Bermeo Cisneros (1974-2015). Salvando las diferencias, las dos provienen de entornos sociales deprimidos y habrían de convertirse en símbolos sexuales. La muchacha Marilyn murió a los 36 años.

Basta detenerse por unas horas en los videos de YouTube para adquirir unas pocas nociones sobre la trayectoria de Edith: con menos de 20, delgada y atractiva, baila y es parte de los coros en la Orquesta de los Hechizados, que actuaba en programas televisivos como Chispazos. Muy pronto, soltera, se convierte en madre de una niña, Samantha Grey (Samantha es la brujita de una famosa serie, y vendría a ser parte del símbolo del encanto femenino, como Sharon, la Hechicera).

Sharon, que se convertiría en lo que se dio en llamar la “diva criolla”, fue ajustando su fisonomía y figura hasta convertirse en el objeto de deseo de millones de ecuatorianos. Protagonizó series de TV, en las que también fue animadora; se fotografió para calendarios, ofreció miles de shows en los que cantaba y bailaba, dentro y fuera del país, y varias veces dijo que el traje que llevaba –de vedette– era “un disfraz”. Definió siempre lo suyo como un trabajo y se sentía orgullosa de ser una mujer trabajadora. Muchos le reconocen como un mérito el haber sido, además, productora y empresaria de sus espectáculos, que resultaban atractivos para las masas.

Hace pocos años, Giovanny López, que tiene nacionalidad norteamericana, se convirtió en la pareja de Sharon, con quien tuvo un hijo, muy tierno en la actualidad. López está involucrado en la muerte de la estrella, por innumerables testimonios y pruebas, amén de antecedentes registrados que evidencian violencia intrafamiliar. (Ella tenía consigo una boleta de auxilio). Espeluzna que en una entrevista de TC López declare: “Ella sabe que yo no la maté”, como sorprende que ella, a pesar de haber sufrido su maltrato, se haya mantenido como hechizada por el poder masculino.

Samantha, la joven y valiente hija de Sharon, no deja de referirse a las inconsistencias del Tribunal Penal de Santa Elena, que ha rebajado de tres a dos años la orden de prisión contra López, bajo el cargo de “homicidio culposo”. El mismísimo ministro del Interior, José Serrano, ha dicho que esta sentencia es “insultante”. Recuérdese que una de las primeras hipótesis fue que el caso era femicidio.

“El templo de mármol y oro es el templo de su cuerpo”, decía Cardenal. “Ella no hizo sino actuar bajo el script que le dimos, y era un script absurdo”. “Fue como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga y oye tan solo la voz de un disco que le dice: wrong number”. Justicia, contesta tú el teléfono. (O)