El surgir de la revolución cubana sembró esperanzas de que iba a construir una sociedad igualitaria, basada en el progreso, pero 55 años después solo hay una sociedad sometida con total control ideológico, social y político de Estado, y se reconoce que el modelo de desarrollo planteado no funciona, salvo alguna que otra realización puntual.

Sin embargo, el fracasado modelo económico se exportó como estrategia ideológica regional, entre otros países, a Venezuela, que dejó de lado el concepto de crecimiento económico sostenido para pretender implantar como objetivo de bien social, un sistema de redistribución de la riqueza, mucha de la cual no ha llegado al pueblo sino a los representantes de un gobierno totalitario, al extremo que frente a la ausencia del crecimiento económico la soberanía alimentaria hoy escasa, apenas se sostiene con la importación masiva de los alimentos y los servicios, creando un entorno de inseguridad ciudadana.

Este tipo de modelo se desarrolla con acciones sustentadas en la organización de una rigurosa estructura ideológica de regulación, control y censura, como variante de un modelo de izquierda exaltado como socialismo siglo XXI; supuestamente para reivindicar aspiraciones populares que permitan satisfacer una sociedad igualitaria, que en los dos casos anotados ni siquiera se ha podido vislumbrar.

Por ello las tareas de gobiernos totalitarios responden a cadenas regulatorias estructuradas metodológicamente y configuradas para ejercer el control total, cuya finalidad conduce a la absoluta dependencia hacia el Estado de organizaciones, servicios y ciudadanos; todo en un solo paquete indiscriminadamente y sin retorno.

A partir de la estructura ideológica en que se basan estos modelos, se obvian fundamentos que rigen relaciones económicas y sociales básicas: un ejemplo, para satisfacer el bien común y valorar la riqueza con finalidad de justicia social, no se acepta que el mayor generador de la riqueza sea el obtenido con base en el desarrollo económico productivo y sostenible, que permite distribuir la riqueza con equidad, probidad y oportunidad. (O)

Jorge Alberto Cabello Farah, arquitecto, Guayaquil