Opino que el discurso del papa Francisco estuvo cargado de espiritualidad, humanismo y filosofía de vida, precisamente por su contenido profundamente religioso de devoción a Dios desde la perspectiva del catolicismo y del Vaticano.
Pero este maravilloso mensaje no sirve para solucionar nuestros problemas políticos, económicos, ni sociales, porque para eso está la gestión política y la contribución de los ciudadanos y el Gobierno, a la remediación de los males mundanos, de tal forma que no debe ser utilizado –ni parafraseado– para estos fines ni por los unos, ni por los otros, ni por los demás; pues aunque se lo quiera tildar de izquierdista, derechista o ambiguo, no podía ser expresado de otra manera dentro del marco del modus vivendi que regula la relación del Estado ecuatoriano con la Iglesia, desde 1937.
No obstante, es evidente que seguir los postulados papales nos hará irremediablemente a todos mejores seres humanos, más humildes y compasivos.
De manera que la única posibilidad al final es que, imbuidos de ese espíritu, cada uno desde nuestra posición de ciudadano o gobernante, contribuyamos con un mundo más justo con iguales oportunidades para todos, respetando en el camino de la justicia social los derechos humanos establecidos en los tratados internacionales y en la Constitución de la República.
Porque como lo he dicho muchas veces, el fin no justifica los medios en un Estado de Derecho. (O)
Carlos Cortaza Vinueza, abogado, Guayaquil