El novelista napolitano Erri De Luca está siendo juzgado en una corte turinesa por incitación al sabotaje. La compañía francesa LTF pretende construir una línea de un tren de alta velocidad (TAV) para unir la ciudad italiana de Turín y la ciudad francesa de Lyon, para lo cual debe dinamitar el subsuelo en el valle de Susa en los Alpes piamonteses. Estas perforaciones esparcirían polvo con altos contenidos de uranio y asbesto que afectaría la salud de los pobladores de la región. Desde la década de 1990, la gente del valle rechaza las obras, pero los poderes políticos, militares y económicos quieren realizarlas.

El motivo de la demanda son una declaraciones que De Luca dio en el 2013 a The Huffington Post. Al comentar el arresto de unos jóvenes con cocteles molotov, máscaras de gas, hondas, cizallas y miguelitos, destinados, según la Policía, a dañar las obras de la empresa francesa, De Luca dijo: “El TAV ha de ser saboteado. Para eso precisamente servían las cizallas: son muy útiles para cortar las verjas. Nada de terrorismo”. La periodista insiste: “¿De modo que el sabotaje y el vandalismo son legítimos?”. De Luca responde: “Son necesarios para que se comprenda que el TAV es una obra nociva e innecesaria”.

“Las mesas de negociación del gobierno han fracasado, los intentos de mediación han fracasado: el sabotaje es la única alternativa”; por estas expresiones, el escritor podría recibir una pena de uno a cinco años de prisión. “Voy a ser procesado por ejercer mi derecho a la palabra contraria. Quieren silenciar, junto a mi palabra, la de muchos otros”, aclaró. Por eso publicó un pequeño libro, La palabra contraria (Barcelona, Seix Barral, 2015), para explicar sus razones cívicas y reivindicar “mi deber, antes que derecho, a la palabra contraria”, pues “el túnel que se pretende excavar envenenará la salud pública, el suelo, el agua y el aire”.

Acusado de instigar, De Luca asume la moralidad de la instigación al recordar el himno nacional francés que llama a tomar las armas contra el tirano: “Las perforaciones y la pulverización de yacimientos de amianto horrorizan a cualquiera que tenga nociones del mortal daño del derramamiento de sus fibras tóxicas (…). El valle de Susa está luchando para conjurar un desastre ambiental, para no tener que arrepentirse después. Se trata de la más intensa y duradera lucha de prevención popular”. La corte pretende demostrar una conexión directa entre las palabras de De Luca y las acciones cometidas en contra del túnel.

Según De Luca, “aquí se está procesando a un escritor por sus frases. Si mi opinión es un delito, no voy a dejar de cometerlo. Si soy declarado culpable de mis palabras, reincidiré en el mismo delito cual criminal endurecido e impenitente (…). La acusación en mi contra sabotea mi derecho constitucional a la palabra contraria. El verbo ‘sabotear’ posee una vasta aplicación en sentido figurado y coincide con el sentido de ‘obstaculizar’ (…). Acepto de buen grado una condena penal, no una reducción de vocabulario”. De Luca está consciente del alcance de las palabras: “Habría que sabotear la línea del tren de alta velocidad: esta frase se acoge al derecho al mal agüero”. (O)