En relación con la propuesta del presidente de gravar un impuesto a la comida chatarra, me parece una decisión saludable y válida que conlleva mejorar la salud de la población y, básicamente, corregir malas costumbres alimenticias que se traducen en un aumento de los índices de enfermedades como diabetes, hipertensión arterial, que cursan entre las principales causas en el país.
El primer mandatario nos da la pauta de que algo hay que hacer respecto a este problema de salud pública y de prosperar, se traducirá en más costo social y financiero para el Estado, al tener que asumir tratamientos que podrían evitarse. Las autoridades deben identificar el listado de lo que consideran comidas chatarras, establecer los ingredientes o componentes advirtiendo de sus contenidos calóricos nutricionales; de la misma manera que se está haciendo con el semáforo nutricional en los productos que se comercializan en los supermercados y otros sitios. Si no se puede prohibir que la población consuma lo que desea, se debe realizar una campaña haciendo conocer los contenidos de carbohidratos, grasas y proteínas de todo aquello que se expende como comida chatarra y como alimentos preparados; tanto en locales comerciales como en la vía pública. En este campo hay que considerar también a aquellos productos que son parte de nuestra tradición gastronómica como las fritadas, salchichas, etcétera; a más de contener un alto contenido en grasas son elaborados con aceites o mantecas hasta del mismo animal. La comunidad científica ve con preocupación el uso indiscriminado de aceites y grasas que tienden a ser aterogénicas, trombogénicas, obesigénicas y diabetogénicas, donde sabemos que más de las tres cuartas partes de nuestros aceites utilizan como materia prima para su elaboración margarinas, mantecas vegetales y oleoginosas con componentes cuestionados en la salud. Esperamos que tan buena iniciativa sea plasmada en acciones de cooperación entre todos los entes involucrados y poder ofrecer a la ciudadanía alimentos sanos.
Antonio Martínez González,
Doctor, avenida Samborondón