Hace algunos meses me puse a imaginar qué haría cuando falleciera Gustavo Cerati, pensé que no me entristecería, que le rendiría tributo escuchando sus canciones, publicando alguna frase o viendo algún concierto. El día llegó, tristeza sentí; 25 años de buena música son suficientes para recordarlo de la mejor manera.

Antes de la ola de homenajes y frases citadas en las redes sociales (la mayoría por personas que solo han escuchado las canciones más famosas  como De música ligera o Cuando pase el temblor), creo necesario referirme al cantautor y su separación de la banda más grande del rock en español.  En principio pensé que Soda Stereo era lo mejor que le había pasado al rock argentino y latinoamericano y la peor decisión de sus integrantes Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti fue de disolver la banda; pero con el pasar de los años aprendí que no hay que estancarse, que el músico que se queda para siempre en algún género muere. Desde el lanzamiento de Amor amarillo, Cerati comenzó a aventajar a sus compañeros y la separación de la banda en 1997 solo significó un nuevo comienzo para el músico que desembocó en algunos de los mejores discos del rock en español: Bocanada, Siempre es hoy, Ahí vamos y Fuerza matural, el último álbum lanzado el 1 de septiembre del 2009 y ganador del Grammy al mejor álbum de rock. Con siete discos en conjunto y cinco como solista, el mejor legado es su música. En el 2007 la banda protagonizó un reencuentro y gira Me verás volver, que incluyó el concierto en el estadio Alberto Spencer de Guayaquil, inolvidable 27 de octubre del 2007, con los energizantes primeros acordes de Juego de seducción, Gustavo nos saludó.

Jorge Luis Falconí Mancheno, abogado, Guayaquil