El martes 19 de agosto el señor Juan José Illingworth publicó una columna titulada “El ‘capitalismo’ de Correa”, su enunciado central (y provocador) fue el siguiente: el presidente privilegia, de manera injustificada, a la ciudad de Quito en cuanto a inversión pública. Sin embargo, las justificaciones que esgrimió para sostenerlo son fácilmente refutables.

Primer razonamiento fallido: Illingworth sostiene que “[L]o que el presidente debe responder es si está bien que a Quito se le entreguen tantos recursos [en comparación con] Guayaquil, en donde vive la mayor cantidad de pobres y hay mayor porcentaje de desempleo”.

Error 1: No es el presidente quien decide las asignaciones presupuestarias. Al contrario, es el Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización (Cootad) el que estatuye los temas relativos a las asignaciones presupuestarias a los Gobiernos Autónomos Descentralizados, para lo cual existe un esquema de cálculo.

En consecuencia, lo que Illingworth debería demostrar para sostener este enunciado (y que no lo hace) es que el presidente interfiere con la fórmula de asignación.

Error 2: Si Illingworth analizara con rigor el desempeño de las administraciones locales, encontraría por lo menos tres puntos: (a) que en años como el 2012 y 2013, el Municipio de Guayaquil no ejecutó (de todo el presupuesto asignado) unos 150 millones de dólares: para el ejercicio económico 2013, v. gr., no se ejecutaron cerca del 25% de los gastos estimados; (b) que el problema de la administración de Guayaquil es la nula planificación que deriva en la distribución inequitativa de recursos entre los sectores más pobres: como botón, encontraría que la obra insigne del socialcristianismo, la “Regeneración Urbana”, entre 2012 y 2013 los habitantes de sectores pudientes de la ciudad (como Urdesa y Kennedy) recibieron de promedio 52 dólares cada uno por concepto de regeneración; y sectores como Los Vergeles y Bastión Popular, un promedio de 9 dólares cada uno; y, (c) que el discurso socialcristiano que afirma que el 80% se destina a obras y servicios de los más pobres es falso en dos niveles: por un lado, debido a la falta de planificación, ni su propia administración puede señalar dónde ha invertido desde 1992 y cómo ese destino ha sido elaborado de manera cruzada con la mejora de indicadores. Por otro, que el porcentaje en sí mismo no es evidencia de éxito ninguno: Quito y Cuenca también destinan virtualmente el mismo porcentaje de inversión, y sus indicadores de pobreza multidimensional son mucho mejores.

Illingworth tuvo que haberse preguntado esto: ¿por qué Guayaquil, administrando el segundo presupuesto más grande del país, mantiene los peores indicadores de pobreza? Y ante tanta pobreza, ¿por qué la administración socialcristiana puede darse el lujo de no ejecutar todo su presupuesto y, aquel que efectivamente ejecuta, lo distribuye de manera inequitativa?

Segundo razonamiento fallido: “Es tan grande el sesgo regional de la inversión pública que el Ministerio de Finanzas, bastión del centralismo quiteño junto a Senplades, dejó de publicar las cifras de inversión y asignaciones por provincias desde el año 2011”.

Error 1: Lo que demuestra su enunciado es un profundo desconocimiento de su propia ciudad: Guayaquil ha visto incrementado significativamente su presupuesto entre 2011 y 2013: de USD$ 445 millones a USD$ 604 millones; de los cuales los ingresos por transferencias desde el Gobierno Central pasan de USD$ 161 millones a USD$ 240 millones (incremento de casi 50%).

Error 2: Se sugiere que el Ministerio de Finanzas ha dejado de publicar cifras por provincias desde el 2011. Que Illingworth no sepa cómo encontrar esas cifras no puede llevarlo a afirmar que el Ministerio las pretende esconder. Este Gobierno ha implementado una herramienta de seguimiento en vivo a proyectos de inversión pública, el cual permite a cualquier ciudadano ver su desglose provincial y su ejecución.

Señalemos dos rubros que muestra el portal sobre planes y proyectos desde el Gobierno Central. Educación: en Guayaquil se construye la Universidad de las Artes, con presupuesto de USD$ 254 millones; en Quito, dos colegios réplica suman ambos USD$ 5,6 millones. Cultura y Deportes: en Guayaquil se ejecuta el proyecto Guayaquil-Ecológico, con un presupuesto de USD$ 156 millones; en Quito no hay plan ninguno similar. A esto se suman, en Guayaquil, los planes de vivienda por USD$ 99,1 millones y de hospitales por USD$ 176,3 millones.

¿Estaría de acuerdo el señor Illingworth con que un compatriota de otra provincia señalara a esta inversión como “sesgo regional”? Seguramente no. Por ello, las afirmaciones extremas deben estar acompañadas de evidencia extrema, nada de lo cual ofreció en su columna.

Marcela Aguiñaga, segunda vicepresidenta de la Asamblea Nacional, Quito