La prueba “Ser estudiante”, correspondiente al año 2013, aplicada por el Instituto Nacional de Evaluación (Ineval), arroja resultados preocupantes. La evaluación sobre Matemáticas, Ciencias Naturales, Lengua y Literatura y Estudios Sociales se aplicó a estudiantes de cuarto, séptimo y décimo de Educación General Básica (EGB) y tercero de bachillerato.

En cuarto de EGB, el 25,3% tiene insuficiente y alcanza apenas el nivel elemental en Matemáticas, mientras que en la misma área de conocimiento, en el décimo de EGB, la cifra es más alta, el 42,8% tiene el grado de insuficiente y el 45,9% alcanza el nivel elemental. En el caso de Lengua y Literatura, el 26,6% obtuvo insuficiente. Lo más grave está expresado por el director ejecutivo del Ineval: “Este grupo de estudiantes no logra comunicarse, no entiende textos escritos de manera adecuada, no logra entender los libros que lee y los reproduce literalmente”, y refiriéndose a los estudiantes de tercero de bachillerato, en el que mejoran los promedios, señala: leen brevemente instrucciones, pero si les dan poesía o análisis de textos más complicados, solo harán un análisis literal y no de ideas”.

Es innegable que la inversión en educación ha aumentado en los últimos años y que ha mejorado la infraestructura de algunos locales escolares. También es cierto que se ha trabajado en la capacitación de los docentes. En tanto, el Gobierno logró terminar con los paros y huelgas de maestros, que afectaban el trabajo escolar. Entonces, la pregunta es ¿por qué a pesar de haber existido todas las condiciones para lograrlo, no se han obtenido mejores resultados.

Quizás se deba a que los cambios no han llegado al aula y, si es así, quiere decir que los maestros no han cambiado, lo cual no es extraño, pues las modificaciones profundas que afectan a comportamientos, convicciones y hábitos no se producen por decreto y sin participación de los sujetos. Es indiscutible que no habrá mejor educación mientras no tengamos mejores maestros. Eso requiere capacitación y seguimiento permanente de quienes ya están en ejercicio y una manera diferente de formar a los que se preparan para serlo.

Tener una universidad especializada en Pedagogía es positivo. Si se hace bien, pueden salir de allí trabajos de investigación y propuestas de innovación, que cambien todos los niveles de educación escolarizada, pero no será suficiente para formar todos los maestros que el país requiere. Hay que renovar las escuelas de Ciencias de la Educación en las universidades y sus niveles de exigencia.

El resultado de la evaluación muestra que la mayor dificultad se presenta cuando se entra en el terreno del pensamiento abstracto, lo cual tiene su explicación, han nacido en la época de lo audiovisual que los convierte en grandes receptores de lo concreto, cada vez con más dificultad ante lo abstracto y esto es algo que hay que considerar y para lo cual los maestros deben estar preparados.

En educación los resultados se ven a largo plazo, por eso es necesario un pacto social para definir y mantener una política de Estado, que abarque desde la preescolar hasta la universidad y que se aplique con independencia de quien sea el gobernante.