El filósofo napolitano Giambattista Vico, que vivió a finales del siglo XVII y en la primera mitad del siglo XVIII, es el autor de la expresión.
Él creía que la verdad es el resultado del hacer, no del solo decir, aparece de las conductas, de los hechos y no solo de las palabras.
En política y en praxis del Estado, por ejemplo, no hay democracia de solo discurso, sino de vivencias, y no imposición de quienes invoquen representar mayorías ciertas, aun cuando a veces son resultantes de procesos no necesariamente confiables, sino de respeto a mayorías y a minorías.
Vico sostenía que los procesos y períodos suelen llegar a tener características semejantes entre sí, aun cuando se modifiquen en detalles, incorporando nuevas circunstancias.
De la justicia en los enunciados, a veces con mucha originalidad, se generan impulsos que dan la imagen de una fuerza heroica, que se va degenerando para convertirse en fuerza bruta, sustentada en reflexiones destructivas, pasando por formas de opulencia proclive al despilfarro y este es inseparable de la corrupción, ya entonces el ciclo o proceso entra a momentos de agotamiento y colapso, lo grave que casi siempre con fracturas y violencia, que deja atrás un ciclo y puede generar otro. ¿Cuán virtuoso será el que sigue? ¿O cuánto más perverso que el que quedó atrás?
¿Qué significa ‘corsi e ricorsi’?
Según Vico, la historia es un retorno cíclico de las épocas, un movimiento de flujo y reflujo, de avances y retrocesos, de marchas y contramarchas, de idas y vueltas. Según esta ley de los corsi e ricorsi, en la historia se multiplican vaivenes y avatares, fluctuaciones y alternancias, que van llevando a épocas de hartazgo de poder para luego caer en decadencia.
Los conceptos y las palabras
En tantas cosas caemos en el corsi e ricorsi.
Es el caso de palabras a las que se quiere satanizar o sacramentar.
En un proceso reciente contra un periodista de la televisión, se cuestiona la palabra “negro”, porque se dice que debería usarse la expresión “afrodescendiente”. Yo admiro a los negros que quieren que les digan negros y respeto a quienes quieren identificarse como “afrodescendientes”.
Un ministro de Estado dirige una muy extensa carta al diario El Comercio, porque recogió versiones de familiares de los que están privados de la libertad en el establecimiento que se ha construido cerca de Latacunga. Entre otras cosas, expresa que el establecimiento en referencia no es una “cárcel”, sino un “centro de rehabilitación social”. Y que los que han sido trasladados a ese sitio no son presos, sino “PPL”, “personas privadas de la libertad”, exigiéndole al diario que se escriba con propiedad, para que no se lo sancione.
La ley vigente de la materia define a los “Centros de Rehabilitación Social” así: “Se denominará centros de rehabilitación social a las penitenciarías y cárceles existentes…”. Eufemismo simplista es aquello de que porque se usa otro nombre ya son centros de rehabilitación social y no penitenciarías o cárceles.
La Constitución menciona la palabra prisión en varias normas. El nuevo Código Orgánico Integral Penal, veintitrés veces se refiere a la prisión preventiva y a las penas de prisión. Quien está bajo prisión preventiva o cumpliendo pena de prisión, está preso, así de claro. Lo de PPL es otro eufemismo.
A los que están bajo penas de prisión y de reclusión y a los procesados, se expresa que se los quiere proteger en la imagen y en el nombre, por eso se prohíbe la publicación de su rostro y de su apellido, pero si se trata de un sujeto al que políticamente hay que denigrarlo, en diferentes espacios aparecen nombres y familias citados.
El régimen de visitas en los nuevos centros de prisión y reclusión es estrictísimo, contra el principio que una terapia fundamental es que los privados de la libertad puedan comunicarse con sus familiares. El hecho de hacer desnudar a personas de cualquier edad, para ver si nada llevan en el ano o en la vagina es degradante, algo habrá en prisiones con tecnologías apropiadas para vigilar los encuentros sin degradar a los familiares de los presos o reclusos.
Sería injusto quedarnos en lo inmediato del Ecuador. Cuando en la inquisición torturaban cruelmente y asesinaban en forma infame a los procesados, aquello era para tratar de salvar sus almas.
¿Y las libertades frente a los poderes políticos?
Verdad que ha habido poderes fácticos, pero la libertad también es afectada por los poderes políticos de diversas ideologías.
Por eso, las coincidencias de los países de la ALBA, con el régimen de derecha de Colombia y en materia de comunicación pública con otros como el de Peña Nieto en México, para callar a los contradictores del poder político.
La OEA como organismo político de la región, como que ha perdido su histórica condición de Ministerio de las Colonias de Estados Unidos, para someterse a los conciertos de los gobernantes de la región, desoyendo a quienes los contradicen, cuando estos también deben tener espacios, aun cuando sean minorías en un país.
El presidente Chávez, en enero del 2007, al referirse a Insulza, secretario general de la OEA, expresó: “Insulza es un verdadero pendejo, desde la P hasta la O”. Parece que funcionó la calificación que entonces se le dio.
Solo para pensar
En Tiberio, historia de un resentimiento, referido al emperador romano de la época de Jesús y de Poncio Pilatos, el gran pensador Gregorio Marañón expresa: “…al triunfar, el resentido, lejos de curarse, empeora. Porque el triunfo es para él como una consagración solemne de que estaba justificado su resentimiento; y esta justificación aumenta la vieja acritud”. Llegado al poder, el resentido es capaz de todo.
Siempre habrá que alejar ese fantasma. Lo debemos hacer. Se evidencia en el respeto a la contradicción en democracia.
...no hay democracia de solo discurso, sino de vivencias, y no imposición de quienes invoquen representar mayorías”.