“La violencia que sacude a Venezuela en las últimas semanas es responsabilidad de una minoría que ha dejado a la oposición en una difícil situación”, dijo el presidente venezolano Nicolás Maduro, en una entrevista concedida a la CNN.
Lo cierto es que la violencia, que deja ya decenas de muertos, algunos heridos y muchos presos, ha cumplido ya un mes y parece encontrarse en un callejón sin salida. Algunos sectores y gobiernos del continente han estado planteando la posibilidad de una mediación, pero el presidente Maduro se ha apresurado a afirmar que Venezuela no necesita una mediación, que lo que necesita es cooperación.
Sin embargo, la única salida posible parece ser el diálogo y la negociación, pero primero se necesita la aceptación de las partes y luego la disposición a ceder en algo y eso supone reconocer que se tiene parte de responsabilidad en lo que sucede.
Es absurdo pensar que la gente se mantiene protestando en la calle y arriesgando su tranquilidad y su vida, sin ningún motivo. Las fuentes gobiernistas dicen que se trata de terminar con la revolución, si así lo creen deberían averiguar por qué; y los ciudadanos que protestan deben tener las garantías necesarias para que puedan plantear sus reclamos porque en democracia los pueblos eligen gobernantes pero no hipotecan su derecho a pensar y a elegir su forma de organizarse y ser felices. El diálogo es urgente.