Es reconocido por la mayoría de ciudadanos que vivimos y disfrutamos de una etapa de excelentes carreteras por casi todo el país. Estoy de acuerdo con esa apreciación.
Sin embargo, tengo que encomendarme al Señor Jesucristo las dos veces semanales que por mi trabajo debo viajar por esa estrecha, antigua y única vía que pasa por el cantón El Triunfo para llegar a Guayaquil.
Como todos sabemos, en el país hay un incremento muy considerable de vehículos. Se siente esto en la ciudad y en las carreteras. En conexión con Guayaquil, el cantón El Triunfo es el eje donde confluye un intenso tránsito de gran parte de la Sierra y otra parte de la Costa. Desde Tungurahua, Chimborazo y Bolívar por el norte; El Oro, Azuay y Guayas, desde el sur; y Azogues, desde el este; todo, por una carretera que desde Bucay hasta el kilómetro 26 fue construida hace más de 60 años, muy estrecha, tiene pocas modificaciones, muchos vehículos, se paga peaje, hay accidentes casi todos los días, algunos muy fatales.
Viniendo a Guayaquil he pasado más de una hora cerca del mencionado cantón, esperando que retiren vehículos accidentados para continuar el viaje. Verdadero contraste con el concepto general de carreteras nacionales, ¿acaso esta es menos importante que las que ya están ampliadas y mejoradas?, ¿a quién corresponde ampliar esta carretera?, ¿puede ser al Ministerio de Transportes y Obras Públicas, a la Prefectura del Guayas o a los que cobran el peaje? No lo sabemos. El abandono de esta responsabilidad tiene un precio muy alto para los ciudadanos que nos toca viajar con frecuencia por esta antigua, estrecha y muy transitada carretera.
Ciertamente es un verdadero triunfo pasar vivo o sin accidentes por el cantón El Triunfo.
Luis Curillo, Guayaquil