Entre tantos elementos positivos de la vida sociopolítica ecuatoriana hay uno negativo que, por adormecimiento de la reflexión ciudadana, estamos aceptando como normal, a pesar de que casi ha destruido a muchos países. El elemento negativo consiste en acomodar a una ideología la misma Constitución, leyes y reglamentos. Para ayudar en la dolorosa tarea de reflexionar, recojo enseñanzas del grande reconocido jurista, arzobispo Juan Larrea Holguín, en artículo reproducido en el Nº 56 de Actualidad jurídica. “La ley es una expresión de la justicia; luego no puede ser injusta. Si fuera injusta, sería también inmoral”. ¿Cuál es el elemento que da a una ley el carácter de justa, o injusta ? “Desde luego, para poder hablar de leyes injustas, es preciso admitir una ley Suprema… anterior a toda ley positiva humana… Si se prescinde de la ley Suprema, se cae en la peor de las tiranías”.
“La ley jurídica se encuadra dentro de la moral, como un círculo concéntrico de menor radio. Hay leyes morales que no son jurídicas, pero toda regla jurídica está contenida dentro de lo moral…”.
Se dan leyes injustas… que carecen de la más importante cualidad de la ley, la moralidad.
“Tales leyes injustas son fuente de innumerables males para los individuos y para el Estado: crean desconcierto, desorden y rebeldía, violan la conciencia y la libertad de los ciudadanos…”.
Juan Larrea Holguín señala cualidades de una ley, partiendo de la afirmación básica de que la ley rige actos libres del hombre:
-Debe prescribir lo que es posible. “Si ordena un imposible, dicha norma no será razonable; y por lo mismo se desvirtuará su carácter de ley”; -La ley debe ser cognoscible. El ciudadano, para ajustar su conducta a la norma, debe poder conocerla; -La ley es obligatoria, no es un mero consejo; “es una regla, a la que tienen que ajustarse los actos del hombre… limita (razonablemente) la libertad, para organizarla mejor”. ¿Qué es lo mejor? Dentro de la iluminación del jurista arzobispo Larrea caben afirmaciones y preguntas:
La aceptación de una ley suprema es también garantía de que los ciudadanos de a pie no sean arrollados por los que tienen mayores bienes sociales, el primero de estos, el poder.
Los que afirmamos que la persona humana es anterior al Estado, un yo con identidad y aporte propios, insuprimibles, un yo que se va realizando en el encuentro con otros yo, recurrimos a una discusión libre, con principios claros y con datos objetivos, para descubrir qué es lo mejor. Requisitos tarea de todos, para que la democracia sea el mejor sistema político concreto:
1.- El voto ciudadano sea consciente, es decir, fruto de adecuado conocimiento de los diversos aspectos positivos y negativos de la realidad. Conocimiento obtenido en la libre y equitativa confrontación de puntos de vista.
2.- El voto sea libre. No cautivo. Sin temor a represalias.
3.- No se reduzca al voto, aunque este sea consciente y libre. Una “democracia” reducida al voto está vaciada de lo más importante: el aporte multiforme, permanente, crítico, corresponsable de los ciudadanos.