Me he pasado parte del primer día del año mirando periódicos por internet. Son cosas del prejuicio profesional y no vaya a pensar que los periodistas somos aburridos... En la Argentina no hay diarios el 1 de enero y quería saber qué traían ese día los periódicos en otros países, así que gracias a sitios web que contienen portadas de periódicos de todo el mundo me fui sorprendiendo con las manías, las rutinas y la endogamia de un día en que casi no hay otra noticia que el fin de un año y el comienzo de otro.
Los diarios británicos traían fotos de fuegos artificiales, igual que muchos norteamericanos, solo que los gringos agregaban fotos de otros gringos celebrando el nuevo año con anteojos 2014. No sé cómo, pero los comerciantes se las arreglan para poner dos agujeros en esas gafas desde el 2010, porque está claro que entre el 2000 y el 2009 fue bien fácil y socorrido vender anteojos de cotillón con el número del nuevo año. Y ya se sabe que es una pegada comercial vender algo que no servirá una próxima vez.
La sorpresa me la llevé con los periódicos de Brasil. Los brasileños tienen inmensas esperanzas en el año que acaba de comenzar. Por ejemplo, Correio Braziliense, el gran diario de Brasilia y uno de los más creativos del país, titula ‘2014, un año que no vamos a olvidar’, O Globo de Río de Janeiro se arriesga ‘Un año de fuertes emociones’ y Estado de Minas, de Belo Horizonte dice que ‘si lo planeamos bien este año va a dar’. Es cierto que Brasil organiza la Copa del Mundo de fútbol y que por ser local tendría grandes posibilidades de ganarla, pero eso es tan cierto como que la única vez que la organizó, la perdió. No les importa: Brasil es un país grande como un continente que nunca pierde la esperanza ni la alegría.
Hace unos cuantos años viajaba seguido a Belo Horizonte por motivos profesionales. Solía acompañar a un maestro español que se divertía con las diferencias entre argentinos y brasileños. Ya en el avión preguntaba cualquier cosa a un argentino –generalmente una mujer– y luego hacía la misma pregunta a una brasileña. Entonces me remarcaba la diferencia de actitud, diametralmente opuesta entre unos y otros y 180 grados a favor de los brasileños.
Los argentinos –como los ecuatorianos– también podemos ganar el Mundial, pero salvo eso no parece que nos espere un año bueno. Todos los pronósticos dan que el 2014 va a ser como el 2001/2002 o parecido. El gasto público está en dos mil seiscientos millones de dólares contra un gasto sustentable de solo mil millones. Haga la cuenta. Ya no hay dónde rascar la plata y la presidenta ha nombrado un gerente para que haga los ajustes porque ella no los quiere hacer, así que se ha encerrado en su casa de El Calafate, en el extremo sur del país. Mientras ella se hunde en su autismo, el país se hunde en el abismo del déficit de infraestructura. No hay energía que alcance, ni medios de transporte, ni carreteras, ni ferrocarril… Como van las cosas, dentro de doce meses seremos todos el doble de pobres que ahora.
A pesar de todo esto deberíamos aprender de nuestros hermanos verde-amarelos a vivir con esperanza. Por eso quiero darles el motivo, que es igual para los argentinos, para todos los sudamericanos y para el resto del mundo.
¿Sabe de dónde nos viene la esperanza? De Roma y se llama Francisco.
Medir las consecuencias para nuestros países de un papa sudamericano llevará siglos, así que esto es apenas el comienzo. No se crea que es arrogancia argentina ni porteña: el papa es universal sea quien fuere y esta vez tocó por aquí.
No parece que Francisco vaya a ser un papa más de la lista... nos sorprende todos los días y nos va a seguir sorprendiendo a los que somos cristianos y a los que no lo son. No es una Iglesia diferente la de Francisco sino la misma de Jesús y de Pedro, pero renovada, centrada en el misterio central de la salvación; alejada de los formalismos y de la burocracia que esterilizan; orientada a las periferias del mundo; involucrada con las grandes ciudades; confiada en los cristianos; amiga de los pecadores y de los que nos equivocamos varias veces por día. En fin, portadora del mensaje eterno de Jesús en versión sudamericana. Y al mundo le encanta tanto el fondo como la forma, porque Francisco no lo hace con cabildeos, reemplazos, órdenes ni sugerencias. Lo consigue con gestos sencillos y con un cambio en el paradigma. No le parece que es para tener ESPERANZA, así, todo con mayúsculas, en un continente que da al mundo un papa como este.
Le recomiendo ajustarse el cinturón para empezar a volar en el 2014. Vamos a tener turbulencias, pero relájese y disfrute del espectáculo, que va a estar genial.
Medir las consecuencias para nuestros países de un papa sudamericano llevará siglos, así que esto es apenas el comienzo.