El Hombre de la Mancha es un musical estrenado en 1965. La obra está basada en un libro de Dale Wasserman, las letras de las canciones son de Joe Damon y la música de Mitch Leigh. De las tablas pasó al cine, protagonizada por Peter O’Toole, como don Quijote, y Sophia Loren, como Aldonza Lorenzo (Dulcinea).

Mi primer encuentro con ella fue en la versión en español, interpretada por Claudio Brook y Nati Mistral. Más tarde asumieron esos roles José Sacristán y Paloma San Basilio.

Nunca imaginé que la vería representada, con solvencia, por un grupo de jóvenes con capacidades diferentes de la Fundación Gabriel, en Salinas.

En la obra, un Cervantes fracasado espera en prisión presentarse ante el tribunal de la inquisición, acusado de ofensas a la Iglesia. Sus compañeros de presidio quieren apoderarse de sus escasas pertenencias, entre las que se encuentra el manuscrito El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, y lo someten a un juicio. Cervantes presenta su defensa con una representación teatral. Él y su fiel seguidor se caracterizan como don Quijote y Sancho Panza, y los demás personajes son asumidos por algunos de los otros prisioneros: ladrones, asesinos y cortesanas.

Durante la representación se muestra a don Quijote y a Sancho cuando salen a combatir el mal y deshacer entuertos. En el camino luchan contra molinos de viento que don Quijote confunde con gigantes. Llegan a una posada que el protagonista ve como un castillo. Allí trabaja Aldonza Lorenzo, una joven rústica que, para el Caballero, es la noble dama Dulcinea del Toboso, a quien ofrenda su amor y promete servir para siempre. Los arrieros se burlan de Aldonza, don Quijote la defiende y entona una de las canciones más dulces de la obra: Dulcinea.

Algunos de los personajes formulan varias interrogantes acerca de la lucha del Caballero y él responde con lo que es su filosofía de vida: seguir un ideal; surge allí El sueño imposible, la canción que se convirtió en la más popular del musical.

Mientras tanto, la sobrina de Alonso Quijano y su ama de llaves han recurrido al sacerdote del lugar y al bachiller Sansón Carrasco para que lo encuentren y lo hagan volver a casa. Cuando esto sucede, don Quijote se enferma y muere. Los prisioneros afectados por la historia le devuelven el manuscrito y cuando Cervantes es sometido a juicio, cantan en coro El sueño imposible.

Si los he entretenido o aburrido, amables lectores, tratando de resumir la historia que cuenta El Hombre de la Mancha, es porque quiero transmitirles la complejidad de situaciones y emociones que los jóvenes de la Fundación Gabriel debieron representar, más difícil aún si las voces no son las suyas.

Conocía antes la Fundación y a esos jóvenes y pude apreciar lo que el teatro ha hecho por ellos. Cuando representaron a don Quijote y su locura, al fiel Sancho, a una joven que al mismo tiempo es la rústica moza de la pensión y la hermosa dama que sueña el caballero, al cura solemne y demás personajes, mostraban lo que se puede lograr con la pedagogía adecuada, con el empeño y el entusiasmo inagotable de un profesor muy profesional y la colaboración incansable de los miembros de la Fundación.

Verlos y oírlos nos hizo pensar que, ciertamente, el sueño imposible se puede alcanzar.