No es necesario poner ni un centavo para poder exigir la conservación del Yasuní. Cada ecuatoriano es propietario de una parte proporcional de los recursos que yacen en el subsuelo de ese parque nacional. Los dieciséis millones de habitantes de este país manejan esa riqueza a través del Estado, que es un administrador, no el dueño. De manera que, cuando te preguntan qué aportas a la conservación del Yasuní, la respuesta lógica y ética es “la parte que me corresponde de los recursos que encierra”. Pero no hay problema, es seguro que muchas personas harían significativos aportes, si se les garantizara que se usarán en educación, salud y conservación ambiental. Esto implica que esas inversiones van a hacerse en rubros totalmente nuevos, porque si se va cubrir con ello gastos que ya se realizan actualmente, sería un burdo engaño. ¿Qué les parece, vamos cincuenta/cincuenta? Por cada centavo que disminuyen los gastos en publicidad, escoltas, sabatinas, aviones personales y otros egresos suntuarios, la sociedad pone en un fondo preasignado una cantidad igual. No es una solución totalmente justa, porque lo que ellos deducen no es de su peculio, sino de los ecuatorianos, pero es una fórmula viable.
¿Se está politizando el tema? Por supuesto, siendo un manejo de interés general, en el que está implicado el futuro del país, tiene que ser político, no puede ser un tema musical. Y hay razones doctrinales para afrontarlo. Reducir al Estado al mínimo es en sí mismo un propósito deseable. Toda acción dirigida a disminuir el poder del Estado, contribuye a empoderar a la sociedad y a favorecer la libertad, con el consiguiente aumento de la prosperidad. Hay que matar de hambre a la bestia estatal, si al hacerlo se salva una de las zonas naturales más valiosas del mundo, mejor que mejor. No es coherente ni moral que alguien que se llama a sí mismo liberal esté en contra de la conservación del Yasuní. Por la otra banda, estaba visto que el Plan A no existía, lo advertimos en esta columna y personas más sabias lo hicieron en otros medios, no sé por qué se hicieron ilusiones al respecto. Parece absolutamente claro que ese petróleo es indispensable para que funcione la refinería del Pacífico. Todos los cucos del “progresismo” están a favor de la explotación petrolera en lo que denominábamos ITT: las transnacionales, el Imperio, la oligarquía, la partidocracia. No es coherente ni moral que alguien que se llama a sí mismo de izquierda esté en contra de la conservación del Yasuní.
Las personas lúcidas y honorables de cualquier tendencia adoptarán esta causa. Por mi parte, consecuente con ideas conservacionistas que he sostenido y defendido toda la vida, como lo atestiguan mis libros y centenares de artículos, pregunto: ¿dónde firmo para manifestar mi adhesión al pedido de un referéndum en el que se nos consulte a los dueños de los recursos del Yasuní, si el petróleo que hay en esa zona debe mantenerse incondicionalmente bajo tierra?