Así se debería escribir “huasipungo”, una expresión kichwa muy conocida gracias a la novela así titulada, sin duda la más difundida de la literatura ecuatoriana. Y está muy bien que en dicha obra literaria se escriba según la antigua grafía castellanizada, porque se trata justamente de una visión mestiza, para llamarla de alguna forma, de la situación del indio ecuatoriano. La novela Memorias de Andrés Chiliquinga, de Carlos Arcos Cabrera, podría llamarse como este artículo, porque es una interpretación del célebre relato indigenista, con un honesto intento de posicionarse desde el punto de vista de un indio actual. Este propósito pudo abordarse desde el ensayo, de hecho algunas páginas de las Memorias tienen mucho de eso, pero Arcos lo hace a través de la narrativa. El resultado de esta propuesta es, sorprendentemente, una novela entretenida, fluida y, más que nada, aclaradora.

A pesar de un visible esfuerzo por salvar la “parte buena” de Icaza, se muestra la irrefutable esencia racista del relato indigenista: “El Icaza no nos conocía, decía solo media verdad. Su libro era una trampa y también ignorancia de nuestro mundo”. El narrador ficticio de la historia es un indio otavaleño que se llama igual que el protagonista de Huasipungo. Se sitúa así la perspectiva desde una de las etnias más autoconscientes, que simultáneamente es el grupo ecuatoriano más cosmopolita, pues ellos desde hace muchas décadas recorren el mundo haciendo negocios, son, como bien se ha dicho, los primeros globalizados de este país. Chiliquinga, un músico que ha trabajado en Japón, Norteamérica y Europa, licenciado en pedagogía, dialoga con su tocayo creado por Icaza, en una faceta mágica.

Un aspecto importante aunque tangencial es la participación del protagonista en el movimiento indígena y su rol en el levantamiento que condujo al derrocamiento del presidente Mahuad. El nuevo Chiliquinga informa en la novela que los indios fueron utilizados por elementos militares. Pero ¿no ocurrió lo mismo en el 2006? Tanto que ahora lo que queda del movimiento se enfrenta a la revolución que supuestamente se dio entonces. El huasipunguismo es una de las ideologías más exitosas en el Ecuador. Penetra la educación, el pensamiento, el arte y, por supuesto, la política nacional. Parte del supuesto icaciano de que el indio es un ser “sin cultura y sin valores”, al que hay que redimir de su propia condición. Todas las manipulaciones que se han hecho de su movimiento tienen como pretexto el bien de este ser al que consideran inferior, al que paternalmente debemos salvar. Sí, que colaboren, que traigan bastante gente a las concentraciones, cualquier cosa menos dejarles que tomen en sus manos su propio destino. Por eso, una vez conseguido el poder sus “aliados” los apartan. La novela de Carlos Arcos es uno de los textos más críticos que se han escrito de este entramado conceptual, cuyas consideraciones ya es hora de revisar. La maestría literaria de estas Memorias da eficacia al cuestionamiento de esa visión deformada de la circunstancia esencial de nuestra sociedad.