“Los intocables”, así deberían llamarse porque en eso se han convertido. La gran diferencia estriba en que los originales intocables combatían a favor de la ley, y estos, buseros, me refiero a los que manejan buses, son los intocables porque no hay ley que respeten y, sin embargo, nadie les pone un ¡basta! y ¡hasta aquí llegaron!
Menciono un pequeño ramillete: manejan a velocidades prohibidas; tienen licencia, pero de corso, es decir, matan y huyen; no conocen su derecha y su izquierda porque ruedan por donde les da la gana; no conocen a los vigilantes y se nota porque estos los miran con indiferencia; ruedan casi vacíos o sin pasajeros, ¿cómo ganan dinero para aguantar?; desprecian a los ancianos, ellos pierden tiempo para subir y bajar; se han adueñado de las pocas calles turísticas de Guayaquil; los buses grandotes hacen tres vías donde solo hay dos; abusivos. Autoridades, hagan algo, las calles son un caos, pero la culpa es de ustedes por no organizarlas en vías fluidas y sin riesgos. Pinten los carriles y sancionen con dureza a quien los irrespeta. Despejen de anarquía y agresividad nuestras calles. Déjennos recuperar la paz al manejar. Cumplan y hagan cumplir la ley. Señores presidente y alcalde, las calles son propiedad de estos, los intocables del transporte, cada día aumentan sus abusos y nadie los toca, ¿por qué? ¡Hasta cuándo!
Alfredo Zunino González,
Guayaquil