Con los ojos llenos de lágrimas, algunos familiares de presos se ubicaron este martes en los exteriores de la cárcel de Latacunga a la espera de saber qué sucedió con sus allegados en una nueva masacre carcelaria en Ecuador.

Varios de ellos se protegían del intenso frío que azota la zona con cobijas, que las adherían a sus cuerpos. Otros se colocaron gorros, bufandas y gorras con tal de hacerle frente al clima.

Otros más tenían los ojos rojos por no haber podido dormir durante la noche y madrugada.

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Incluso, de provincias lejanas, como Esmeraldas, llegaron para conocer la situación.

Muchos se movilizaron desde la tarde del lunes, cuando se conoció el incidente, que provocó quince muertos, entre ellos a Leandro Norero, procesado por lavado de activos.

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Fabricio Vélez, quien usaba una gruesa chompa de color negro, mascarilla y gafas, estuvo acompañado de tres allegados.

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Contó que un sobrino, detenido por robo, está a dos meses de recuperar su libertad. Menos de un año ha permanecido en ese centro.

“No sabemos si está entre los sobrevivientes o está entre los fallecidos, porque no hay ninguna información (...). ¿Y qué podemos hacer? Esperar, llorar, angustiarse y esperar”, lamentó.

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Desde las cercas, mujeres trataban de gritar los nombres de sus presos, en un intento por tratar de obtener algún dato.

A unos 50 metros de un gran rótulo que dice Centro de Rehabilitación Social Regional Sierra Centro Norte Cotopaxi, se colocaron vallas metálicas del Ministerio de Gobierno, donde se ubicaron unos 60 allegados de las personas privadas de la libertad, que se quejaban de la poca o nula información.

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“Queremos ayuda. Queremos información. Que dé la cara el SNAI”, gritaron algunos, molestos, pues les habían prometido decirles algo horas antes.

“Venimos de lejos, de provincia, con hambre”, se quejaron otros. El ingreso y salida de vehículos y personal policial y del Cuerpo de Vigilancia era continuo.

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Sobre los controles también hubo críticas. Uno de los familiares señaló que hubo ingreso de armas hace algunos días.

Alexandra Macas afirmó que llegó a las 14:00 de ayer, y en la madrugada hubo gas lacrimógeno en el interior del centro penitenciario.

Ella indicó que su sobrino, a quien se lo acusó de violación tras una audiencia, fue declarado inocente, pero no podían tramitar la salida debido a los incidentes.

Latacunga. Desde el lunes se registran incidentes en esta cárcel de Cotopaxi. Carlos Granja Foto: El Universo

Sin embargo, pasadas las 10:00 se empezaron a recibir las boletas de excarcelación, aunque la fecha u hora de la salida no estaba confirmada.

Un policía, en silencio, se limitó a escuchar el reclamo de los familiares.

El hijo de Iván Quishpe, de 43 años, está detenido por complicidad en un asesinato. A la una de la mañana había llegado.

“Los que son más duros tienen las llaves de las puertas. (...) No hay seguridad”, indicó sobre el temor que le ha manifestado su hijo sobre la realidad interna. Él ha estado preso un año y le faltan cuatro.

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A las 10:56, la aparente tranquilidad nuevamente se alteró en esa cárcel. Un contingente militar fue a uno de los costados del centro carcelario y se escucharon detonaciones, lo que desató gritos e histeria entre los familiares.

Un policía pidió que haya una evacuación y las vallas metálicas empezaron a ser colocadas metros atrás.

Una persona con uniforme de cocina fue trasladada en brazos a uno de los costados del centro. Una de sus compañeras dijo que era una mujer desmayada.

A esa hora se reportaba un nuevo incidente que dejaba otros once reos heridos.

Entrada la tarde, varias familias se inquietaron ante el rumor de que habría traslado de presos. La negativa de los familiares a que sus presos sean traslados a otros centros carcelarios generó altercados con la Policía.

Los allegados usaron las vallas metálicas que se habían colocado en el ingreso a la cárcel para impedir el ingreso o salida de vehículos.

Hubo empujones e insultos. Luego lanzaron las vallas metálicas, que terminaron en el suelo, ante la presión de personal policial que pugnaba por despejar la vía de ingreso.

La Policía se replegó mientras el grito de los familiares era: “queremos al director”.

Pasadas las 16:00, los familiares de los reos hicieron una fila e ingresaron a una carpa colocada en el parqueadero del centro carcelario donde les informaron si sus familiares estaban en el listado de heridos o muertos.(I)