Como recientemente lo habían liquidado de su anterior trabajo, Agustín se compró de contado un automóvil Chevrolet Aveo con el que hacía carreras a personas conocidas, con eso se ayudaba económicamente mientras conseguía otro empleo.

Poco antes de las 23:00 del viernes 13 de marzo de 2020, mientras esperaba a una de las personas a las que le hacía expreso, se le acercaron tres sujetos jóvenes que inicialmente le pidieron que los lleve a la 13 y Colombia, pero él les dijo que no estaba trabajando, que esperaba a alguien.

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El hombre cuenta que se confió, estaba con el asiento reclinado hacia atrás y con los vidrios abajo, situación que se prestó para que los tres hombres, ante su negativa de trasladarlos, se subieran al carro y lo sometieran.

“No les presté atención, cuando me di cuenta ya estaban trepados en el carro, porque yo no le había puesto los seguros. Me apuntaron con una pistola y un cuchillo. Yo quise reaccionar, pero me pegaron con la cacha de la pistola y me rompieron la cabeza, ahí me doblegué y me pasaron a la parte de atrás y me pusieron una camiseta en la cara”, relata Agustín, fotógrafo de profesión.

En mayo pasado, cifras de la Zona 8, integrada por Guayaquil, Durán y Samborondón, revelaron que en promedio catorce vehículos eran robados cada día en los tres cantones. Los distritos donde más robos había eran, en ese entonces, el Modelo (336 casos), Pascuales (211), Florida (203) y Portete (163).

De enero a abril del año en curso al menos 1.624 denuncias fueron presentadas en la Fiscalía por robo de vehículos. Estos casos representaban un incremento del 41 % con respecto al año pasado, cuando se contabilizaban 1.150.

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El hombre denunció el robo de su carro de inmediato, pero hasta ahora no ha logrado recuperarlo.

A Agustín le robaron su vehículo cerca de un centro comercial del norte de Guayaquil. Desde allí los antisociales lo llevaron sometido en el piso durante alrededor de 10 minutos hasta que en otro sitio lo pasaron a otro carro, que él cree también era nuevo por el olor que percibía.

“De allí se llevaron mi carro y a mí me dejaron botado por Chongón. Escuché dos tiros, no sé si me apuntaron al cuerpo o dispararon al aire, pero me decían corre y me insultaban. Yo empecé a correr en zigzag, escuchaba los tiros y me tiraba al suelo, me tocaba para ver si sentía sangre, hasta que logré salir a la carretera y me saqué la camiseta que tenía en la cabeza”, recuerda el hombre, y añade que nadie lo quería ayudar.

Los antisociales se quedaron con su celular y le tomaron fotos a sus documentos personales.

Un guardia del sector lo vio y llamó a la Policía, acudieron los uniformados y ayudaron al hombre. Lo llevaron al hospital y luego lo dejaron en su casa, dice Agustín. Indica que luego de eso puso la denuncia por el robo del carro en la madrugada del 14 de marzo.

“Ahora, cuando tú vas a denunciar por robo de carro no tienes que poner robo, sino intento de asesinato, secuestro y al final robo, porque por robo hay muchos casos, cuándo te van a sortear, por eso hay que poner el delito más grave”, menciona el hombre.

Una semana después del robo de su vehículo, los antisociales enviaron mensajes amenazantes al celular de la hija de Agustín, le pedían $ 3.000 para devolverle el carro. Por si fuera poco estuvieron por la casa de él, en el sur de Guayaquil.

“Queremos hablar contigo, no queremos problemas, somos nosotros”. “Nosotros te recomendamos a ti, es mejor que te lleves tu carro, hermano, tranquilo sin problemas. Páganos lo que nos tienes que pagar a nosotros y no hagas que nosotros actuemos”, fueron dos de los mensajes que recibió.

Foto: Cortesía

Su hija se dio cuenta de que los ladrones estaban cerca de la casa porque el teléfono de Agustín, con el que se quedaron los antisociales, tenía instalada una aplicación que permitía rastrearlo. El hombre dice que llamaron a la Policía para el seguimiento respectivo, los uniformados llegaron un momento, pero tuvieron que irse a atender otra emergencia, por lo que no fue posible detener a los antisociales.

“Me dejaron el caso ahí. A los quince días llaman otra vez al celular de mi hija. La Policía rastreó y se dio cuenta de que las llamadas salían de la cárcel. Eso fue lo último que supe del caso hasta hoy”, señala el hombre, quien reconoce que el automotor no tenía seguro.

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Él denunció tanto el robo del carro como la extorsión de la que estaba siendo víctima, pero a más de tres años sigue sin saber nada del automotor.

“El esfuerzo de mi trabajo, es parte de mi tiempo de vida y se fue en minutos, pero una nueva etapa empezó (para él laboralmente) y lo importante es que Dios me da salud para continuar para un propósito en esta sociedad”, expresa con sentimientos encontrados el hombre.

Él menciona que ha tratado de olvidar este episodio, pero a ratos vuelven los recuerdos del automotor. Dice estar feliz de que los victimarios lo dejaron vivo. Cree que es una oportunidad que le dio Dios y por eso más allá de la desazón por la pérdida material se siente bendecido. (I)