La peor masacre de la historia carcelaria de Machala habría estado planificada y liderada por miembros de Los Lobos SaoBox, según la Policía Nacional.

Este episodio dejó un guía penitenciario y quince reos fallecidos.

El sangriento hecho ocurrió la madrugada del lunes 22 de septiembre.

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Durante años, la cárcel de Machala era considerada de “bajo riesgo”. Mientras en otros penales del país se desataban motines y asesinatos, en esta prisión no se presentaban mayores novedades.

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La razón: la mayoría de los internos pertenecía al grupo criminal Los Lobos. Sin embargo, ese supuesto control se habría roto en mayo de 2024 con el asesinato de Luis Alberto V. M., de 35 años, a pocos metros del ECU911 de Machala.

Según investigaciones, tras ese crimen, la organización se fracturó en dos frentes: Lobos Espejo, liderados por alias Kalaca, y Lobos SaoBox, comandados por alias Saoco y Boxeador.

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La guerra por el dominio de territorios de droga y extorsión pasó de las calles a los pabellones carcelarios.

El ataque mortal del lunes tuvo un antecedente clave. La noche del sábado 20 de septiembre, un presunto miembro de los SaoBox identificado como José Ch. fue baleado dentro del penal apenas tres horas después de ser ingresado por tenencia de armas. Recibió cinco disparos que encendieron el ambiente.

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En respuesta, la Policía incautó pistolas, municiones y armas blancas durante operativos de control. Todo parecía estabilizado, pero la madrugada del lunes se ejecutó un plan que la Fiscalía califica de “calculado” y que desató la masacre más sangrienta en la historia penitenciaria de Machala.

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Las investigaciones señalan que el plan estuvo ejecutado por cinco miembros de los SaoBox, quienes habrían fingido una complicación de salud de un preso para atraer al guía penitenciario.

Ellos fueron identificados como Vilmer Ferney G. B., Wilson Miguel O. H., Víctor Manuel P. S., Diego Emiliano V. G. y José Miguel U. U. Estos dos últimos de nacionalidad venezolana.

A las 02:00, gritos de auxilio por una supuesta crisis de tuberculosis obligaron al guía José Gabriel Pacheco Ruiz, de 35 años, a acudir. Pidió apoyo a la policía y al ir al primer filtro, recibió varios disparos que le quitaron la vida de inmediato. Su cuerpo fue el primero en ser trasladado al centro forense de Machala y luego a su natal Catamayo, en la provincia de Loja.

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Los agresores aprovecharon el caos para desarmar a tres policías, retenerlos y avanzar hacia el pabellón Zaruma, donde se encontraban sus rivales, los Lobos Espejo. Antes, desataron una balacera contra integrantes de Los Choneros, a quienes querían atacar para fortalecer su dominio.

La resistencia de los Lobos Espejo cambió el curso del ataque. Con colchones atrancaron las puertas de sus celdas e impidieron que los sicarios ingresaran. Cinco resultaron heridos.

Según la Policía, de los quince reos fallecidos, la mayoría pertenecía a Los Choneros.

El fiscal de turno confirmó que hubo premeditación: “Se usaron armas de fuego, armas blancas y explosivos. El objetivo era asesinar al guía y atacar a las bandas rivales”. La instrucción fiscal se abrió por 30 días y contempla cargos por asesinato y amotinamiento.

Los cinco procesados fueron aislados de inmediato para evitar represalias. Su audiencia de formulación de cargos se realizó bajo un estricto operativo policial, con traslados en vehículos blindados y chalecos antibalas. La seguridad fue reforzada dentro y fuera del penal.

Fuera de la cárcel, decenas de familiares vivieron horas de angustia. Sin información oficial, tras 24 horas de la alerta del hecho, muchos se apostaron en los exteriores esperando noticias de sus seres queridos. Algunos se enteraron recién al amanecer de que sus parientes estaban entre las víctimas.

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Peritos de Criminalística levantaron decenas de indicios balísticos, explosivos y armas blancas. Las paredes de las celdas quedaron marcadas por orificios de bala y rastros de sangre, evidencia del nivel de violencia de la incursión.

En Machala, el miedo se extendió más allá de los muros del penal. Comerciantes y vecinos temen represalias de las bandas, mientras patrullajes policiales se intensificaron en los alrededores y barrios aledaños.

La masacre carcelaria de Machala se suma a una cadena de masacres que en los últimos años han golpeado el sistema carcelario del Ecuador, dejando una secuela de muertos y evidenciando la crisis estructural de las prisiones. (I)