La Comisión de Diálogo Penitenciario creada mediante decreto ejecutivo por el presidente Guillermo Lasso, con el fin de iniciar un proceso de pacificación en los centros de rehabilitación social del país, tiene una subcomisión que busca la ‘transformación integral de la persona privada de la libertad’, según su vocero, el pastor Francisco Loor, quien explica en qué consiste este proyecto, aún en etapa de mejoramiento, junto a los otros integrantes de esta mesa de trabajo: el sacerdote Luis Barrios, experto en justicia criminal y rehabilitación, procedente de Estados Unidos, y Jorge Narváez Matamoros, quien representa a la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.

Loor, representante de la Iglesia evangélica, adelanta que no hablarán de religión ni le impondrán alguna a los internos en este intento de pacificación de las cárceles, sino que se enfocarán en una “relación con Dios” y en buscar apoyo educativo y laboral, entre otros asuntos, para lograr una verdadera rehabilitación social.

¿Qué se han planteado en esta subcomisión en la que están representantes de las iglesias evangélica y católica?

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Lo primero que se debe entender es que esto no se trata de religión, sino de establecer una buena relación con Dios. Partiendo de allí, nos ponemos objetivos específicos como realizar un seguimiento personalizado a cada PPL para ayudarlo en su vida espiritual, emocional, familiar, física y económica. Queremos proveer, mediante convenios con instituciones, instrucción académica para que terminen sus estudios, se formen y logren emprender.

¿Y cómo lo van a hacer?

Debemos trabajar en coordinación con los diferentes ministerios del gabinete presidencial para conseguir el apoyo del Gobierno en la capacitación académica, cultural, cobertura en ayuda social y atención sanitaria de calidad. También debemos tocar las puertas de la empresa privada para proyectos de emprendimiento y la provisión de fuentes de teletrabajo para los internos, cuya remuneración pueda ser entregada a familiares o depositada en una cuenta de ahorros a plazo fijo hasta el cumplimiento de la sentencia. Con entidades financieras se pretende activar proyectos de préstamos pagaderos a una tasa de interés favorable y en un tiempo razonable, y preparar un sistema de cultura financiera de ahorro e inversión.

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El proyecto con el que arrancan empieza con un testimonio bíblico acerca de José, ¿puede explicar por qué?

José estuvo en la cárcel de Egipto por trece años. Entró acusado de violación en la situación más difícil que pudiera pasar un ser humano: odiado por sus hermanos, sin ninguna posibilidad económica, y como extranjero en una nación donde casi nadie le conocía. Pero José sabía que en medio de esas circunstancias difíciles Dios estaba con él y la prisión se convirtió en una escuela de transformación.

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Y la transformación es el objetivo.

Exacto, esto es lo que queremos implantar para los PPL, que tengan un cambio para bien, no una escuela de deterioro de su vida y de su futuro, que aprovechen el tiempo que tengan que cumplir la pena estudiando, preparándose, creando emprendimientos, fortaleciendo su carácter y su vida espiritual. Recuperando valores, su fe y su relación con Dios. La idea es que puedan descubrir sus fortalezas para que sean personas productivas para la sociedad, eso es lo que queremos.

¿El plan no es convertirlos en personas religiosas?

Sin tocar lo religioso, la parte de la fe siempre es fundamental. Hay que hacer una diferenciación entre lo que es una relación con Dios y la religión. Cuando usted tiene una relación correcta con Dios, su vida se va a llenar de principios y valores de transformación, porque su relación hace que usted sea una mejor persona. La parte religiosa a veces funciona y a veces no.

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¿Por qué no?

Porque en muchos casos la religión, cualquiera que esta sea, es una imposición y allí no hay colaboración porque es un tema impuesto, que no se lo siente y no es el motor de su vida. Nosotros vamos a tratar de que cada PPL pueda tener una relación con Dios, pero sin imponer ninguna religión. No se trata de hacer proselitismo dentro de la cárcel, sino de entregar personas transformadas, que demuestren con hechos, que su vida espiritual y sus valores son genuinos y no una fachada.

¿Cuándo van a comenzar?

Aún hay que pulir el proyecto con los miembros de la comisión, pero se plantea empezar en este mes de enero. Nuestra visión es lograr la transformación espiritual, familiar, social y económica de cada persona privada de la libertad en Ecuador.

Ahorita tenemos la estructura, pero vamos a enriquecerla con las ideas y propuestas de los miembros de la comisión para que el proyecto sea mejorado, pero ya tenemos un punto de partida para avanzar. Esperamos que esto tenga la atención de las entidades de Gobierno y de entidades internacionales que están interesadas en el bienestar de los PPL.

Pero la situación es compleja.

Hay una cadena de opresión muy grande para ellos, porque vemos que están inmersos en una economía criminal, es difícil salir de eso, pero no imposible.

Vamos a tener el apoyo de los líderes capellanes en el país, el apoyo de quienes ya han trabajado o desarrollado proyectos con personas privadas de la libertad, ayuda internacional de organizaciones sin fines de lucro que están interesadas en la rehabilitación y bienestar de los PPL.

¿Cuál ha sido el apoyo de la Iglesia antes de la crisis carcelaria?

Ha sido vital el aporte de la Iglesia, pero lamentablemente en los años anteriores (desde 2014) se le cerró la puerta a la Iglesia, había mucho apoyo, actividades, pero después se impidió el acceso a los pabellones, hubo descontrol y se perdieron algunos años de trabajo realizado, eso afectó, porque la Iglesia fue un aporte muy importante para la transformación de los PPL, especialmente de los de alta peligrosidad, alguno de ellos cambiaron y se convirtieron en empresarios, muchos son pastores, excelentes padres de familia.

Con una transformación en la fe, la rehabilitación es efectiva, no es una utopía, pero lamentablemente se perdió el trabajo de la Iglesia algunos años y ahora esperamos recuperar ese gran aporte, porque donde ha estado la Iglesia llevando un mensaje de transformación, ha habido tranquilidad en las cárceles. (I)