Una pareja de jóvenes decidió poner una tienda en el suroeste de Guayaquil, en el sector de la parroquia Febres Cordero. En un año y medio surtieron el negocio de a poco, en medio de la acogida del barrio, pues a más de abarrotes vendían helados, cervezas y pensaban implementar en el local una agencia de pagos.

La aspiración se truncó. Hace un mes y medio, los dueños dejaron de abrir la tienda ante la extrañeza de los vecinos, ya que usualmente lo hacían de 07:00 a 23:00.

“¿Qué habrá pasado?”, “¿Se habrán enfermado?” eran las inquietudes de los moradores del sector. Pero hace dos semanas se enteraron de que a los jóvenes los llegaron a extorsionar, les pedían $ 600 al mes, y por eso tomaron la decisión de cerrar el negocio y vender perchas, frigoríficos y vitrinas, pero todo con cautela, tratando de que su iniciativa no fuera notoria.

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“Ni siquiera se puede decir que se van a otro lado, porque si venden todo es que ya no quieren tener más el negocio”, concluyó una vecina que pidió la reserva de su nombre por temor a represalias, puesto que en el barrio sí se han dado casos de cobro de ‘vacunas’, como también se le conoce al delito de extorsión.

En Guayaquil los ‘vacunadores’ perjudican a los dueños de tiendas y, en general, de todo tipo de negocio. Emprender se complica cada vez más en la ciudad con más muertes violentas del país, donde de enero al 11 de septiembre de este año se reportaron 1.609 crímenes.

Durante el 2023, a nivel nacional han sido denunciados en la Fiscalía 5.931 casos de extorsión. En 2022 fueron 4.702 y en 2021 hubo 1.600 denuncias por este delito.

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Cada vez hay más negocios cuyos dueños son obligados a pagar las denominadas 'vacunas'. Foto: El Universo

“Hay mucho miedo alrededor de todo esto”, expresó Guido Varela, fundador de la Red Ecuatoriana de Tenderos (RET), asociación que surgió en 2014 y agrupa a más de 19.000 socios en el país.

Dicha instancia trabaja actualmente en levantar información para establecer cuál es el nivel de afectación a causa de las denominadas ‘vacunas’.

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“Pasa en el norte, en el centro y en el sur. En barrios más complicados más aún. Una de las realidades que están afectando es que inclusive les piden vacunas a los proveedores, no los dejan entrar a las zonas para que visiten las tiendas, entonces, esto está afectando absolutamente a todo el comercio. Tiene que pagar vacuna el proveedor, el tendero y si no, le toca salir a una zona a recoger el pedido y eso complica todo”, comentó Varela.

Por esta situación es que las empresas grandes han llegado a destinar cierto monto, pero bajo la denominación gastos de logística.

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Con el fin de sembrar pánico en sus víctimas, los extorsionadores atentan con explosivos contra los negocios y por eso se han dado casos en que los dueños cierran o deben cambiarse de sector. En otros casos, los antisociales llegan a balear los locales, incluso con fusiles.

Uno de los atentados más recientes ocurrió la madrugada del viernes 15 de septiembre en Pascuales. Allí, una farmacia que funciona desde hace quince años en la zona conocida como Cinco Esquinas quedó prácticamente destruida luego que extorsionadores hicieran explotar en la puerta un taco de dinamita.

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La explosión provocó daños en la puerta enrollable, reja metálica y vitrinas, además que destrozó varios productos. En el interior del negocio se produjo una llamarada.

A la dueña de la farmacia le exigían pagar $ 5.000 para no atentar contra ella o los suyos. Antes de la explosión, dos antisociales en moto llegaron al negocio, uno de ellos le entregó un papel con un número de teléfono y le dijo que llamara. El accionar de los sujetos quedó grabado en las cámaras del lugar.

En Pascuales la extorsión tiene acorralado a todo tipo de negocio. Farmacias, tiendas, ferreterías, incluso los conductores de tricimotos pagan valores diarios, semanales o mensuales a las bandas delictivas. Según información policial, allí operan Los Águilas, Los Lobos y Tiguerones.

En noviembre pasado, en ese sector antisociales balearon las puertas enrollables de un negocio ubicado en un predio esquinero. Los orificios causados por las balas aún son visibles en ese establecimiento, cuyo dueño optó por cerrar porque el ataque estaba relacionado con las ‘vacunas’ que él se negó a pagar.

Hace un mes aproximadamente el establecimiento volvió a atender al público, pero solo abre una de cinco puertas, por cuestiones de seguridad. De los cuatro trabajadores que antes tenía dicho comercio ahora solo quedan dos que permanecen atentos a cualquier alerta.

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“Estamos con un intermediario que viene hasta aquí, el dueño perdió totalmente contacto con nosotros, tuvo que salir prácticamente de aquí. Solamente hay un familiar de él que viene acá”, contó uno de los colaboradores, quien desconoce si el dueño del negocio accedió o no a pagar a los extorsionadores para poder trabajar.

En sitios como Monte Sinaí hasta los tanqueros que reparten agua han sido blanco de los ‘vacunadores’ que exigían a los conductores de $ 10 a $ 15 diarios para dejarlos circular. Por eso, a inicios de este mes hubo intervención policial y militar allí. (I)