Zaida F. tiene 27 años y hace varios meses tuvo que tomar una de las decisiones mas difíciles de su vida.
Ella vivía en Durán, en la provincia del Guayas, junto con su mamá, su hermana y dos sobrinos. Pero un día se vio obligada a hacer un gran sacrificio económico para mudarse a otro lugar por factores de seguridad.
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En ese entonces, a su sector habían llegado sujetos desconocidos que extorsionaban a los habitantes.
Ella aseguró que no fue víctima de la ‘vacuna’ extorsiva; sin embargo, trascendió que a sus vecinos les pedían al menos 10 dólares semanales para poder habitar en sus propias casas.
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“Me dijeron que me iban a ‘vacunar’ y se me iban a meter con todo a la casa”, relató Zaida.
A esto se sumaban las balaceras y muertes violentas que estaban en incremento en el cantón. Durante el primer semestre, Durán registró un aumento de violencia de más del 25 %, debido al fraccionamiento de la banda Los Chone Killers.
La mujer tomó la decisión de hacer un préstamo de más de 3.000 dólares en el banco para poder mudarse a un sitio privado.
El préstamo fue aprobado en un lapso de 72 horas, por lo que ese mismo día Zaida y su familia consiguieron un camión de mudanza para trasladar sus pertenencias a una nueva vivienda.
Habían buscado una casa en una ciudadela privada de La Aurora, una zona que promete dar controles rigurosos a cargo de guardias de seguridad privados a sus residentes.
En ese sector, a esta familia le toca pagar 600 dólares de alquiler. Llevan más de ocho meses viviendo allí y, aunque fue un cambio difícil, entre todos han intentado ayudarse financieramente.
En total, Zaida invirtió más de 7.500 dólares para poder trasladar a su madre, hermana y sobrinos a una zona donde las extorsiones aparentemente aún no han llegado.
Contó que no lograron sacar todas sus pertenencias de la casa de Durán. En el inmueble quedaron algunas cosas que, por temor, prefirieron dejarlas abandonadas y no regresar más.
La vivienda permanece cerrada con candado todo el tiempo. En el interior asumen que todavía están sus cosas, como cómodas, espejos y algunas sillas.
Esta situación la han vivido decenas de familias en Durán y se ha podido evidenciar durante operativos ejecutados por la Policía Nacional en el cantón.
En un recorrido realizado el martes 16 de septiembre, agentes policiales identificaron varios hogares abandonados en las zonas El Arbolito, El Recreo, Divino Niño y la cooperativa 28 de Agosto.
Según información policial, en Durán al menos cien casas están abandonadas.
Hay inmuebles que alguna vez fueron habitados por familias enteras que se vieron forzadas a moverse por la inseguridad: ‘vacunas’ o balaceras.
Durante un recorrido por aquellas viviendas se podía observar que dentro de las casas había juguetes, refrigeradoras dañadas, muebles sucios, paredes dañadas, puertas oxidadas, entre otros objetos.
Desafortunadamente, actualmente esas viviendas son utilizadas como “guaridas de delincuentes”, explicó la Policía.
Según Santiago Gavilanes, jefe policial del distrito Durán, la mayoría de estos predios abandonados son ocupados por miembros de organizaciones delictivas que utilizan los espacios como su centro de operaciones.
Gavilanes indicó que las casas son usadas para ocultar droga, armas, municiones y explosivos, pero sobre todo para mantener a personas secuestradas.
El jefe policial reveló que el 100 % de las víctimas de secuestro en Durán terminan ocultas en casas abandonadas o en terrenos baldíos.
Un caso similar al de Durán ocurre también en Guayaquil. Juan A., quien vive en el sur de la ciudad, cerca de la ciudadela Las Acacias, ha tomado la decisión de mudarse junto con su familia a una casa en una urbanización cerrada de La Aurora, en Daule.
La razón es la misma que mueve a decenas de familias: la inseguridad.
“Hoy en día nada es seguro, pero por acá menos todavía. Hace poco mataron a cuatro personas, entre ellas al hijo de un vecino y a dos administradores de un negocio cercano”, relató.
Él tiene dos hijos, uno de 16 años y otro de 11, quienes prácticamente no pueden salir a jugar en el parque del sector.
Las salidas están restringidas y siempre deben estar acompañados.
“No pueden salir solos. Salen conmigo o con mi esposa. Lo hago más por mis hijos, porque ellos necesitan salir y compartir. En una ciudadela privada es más fácil porque es una zona cerrada”, explicó.
Él reconoce que la inversión es bastante alta, pero aseguró que es un cambio necesario para garantizar tranquilidad a su familia.
La decisión la tomó hace algunos años, aunque recién pudo concretarla al obtener un préstamo del IESS que le permitió completar el valor de la casa.
“Cuando nosotros nos cambiemos, esperamos poder alquilar acá en Las Acacias para poder ayudarnos con el pago mensual de la casa, ya que sí es bastante fuerte y la inversión supera los 60.000 dólares”, contó.
La mudanza, dijo, no solo es un cambio de dirección, sino de estilo de vida.
Él aseguró que en La Aurora sus hijos tendrán la posibilidad de salir, correr y jugar con más libertad. (I)