La pesadumbre prevalecía en el ambiente del recinto Guachapelí la mañana de este lunes, 30 de septiembre. En la vía de acceso al sitio, un camino pedregoso y polvoriento, grupos de amigos comentaban lo ocurrido anoche en una casa alta de caña, donde había una gallera.

Hombres armados llegaron a bordo de varias motocicletas y abrieron fuego contra quienes estaban en el lugar apostando en una pelea de gallos.

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Como producto de este ataque, siete hombres murieron y otros más resultaron heridos.

A Guachapelí, un recinto pequeño, se ingresa desde la vía principal, que está junto a los recintos Río Seco y General Gómez Rendón, y al pie del río, donde hay un puente de cemento.

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Los atacantes habrían cruzado esa estructura para llegar a la casa, perpetrar el ataque y huir posteriormente.

Este recinto está rodeado de arrozales y de otros poblados. Foto: El Universo

Las máculas de sangre eran evidentes en el piso de tierra. Para llegar a la vivienda, los antisociales atravesaron un puente endeble de caña, sobre una especie da zanja.

Guachapelí, a diez minutos de la carretera estable, es prácticamente el último recinto de ese sector, donde todos los terrenos tienen sembríos de arroz.

Hay viviendas humildes, muchas de caña y otras de cemento.

Las vías son en realidad muros que dividen las parcelas, los cuales están compactados con cascajo.

Por allí, según los moradores, la policía llega cuando hay un llamado puntual o específico de algún habitante. Y, al menos la mañana de este lunes, aquello fue corroborado por un equipo de este Diario que viajó al sitio.

“Todo un siempre aquí ha sido tranquilo. Primera vez que pasa este caso”, expresó aún con preocupación Mercedes Villamar, quien dijo que su yerno, uno de los asesinados, era el dueño de la gallera.

El ataque se produjo alrededor de las 19:00, y la Policía hace poco señaló en rueda de prensa que habría sido motivado por un robo.

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En casa de Mercedes, a pocos metros de la vivienda blanco del atentado, ella ya tenía listas las sillas y los accesorios para el velorio.

Entre los habitantes del sitio hay hermetismo. Pocos quisieron pronunciarse sobre el caso.

Lo que sí pidieron fue más presencia de policías, porque a partir de las 18:30 quienes viven allí y llegan de la calle ya no pueden entrar. Las motos lineales que dan servicio de transporte no quieren trabajar a esa hora, porque son víctimas de robos. (I)