Muy pocos casos de escopolaminados terminan en los tribunales, y se debe principalmente a que quienes sobreviven a este tipo de ataques bajo la modalidad de aturdimiento no quieren ni poner la denuncia, pero quienes sí pretenden llevar ante las autoridades a sus agresores muchas veces no lo consiguen, porque en las pruebas toxicológicas que se practican no les sale evidencia de alguna droga.