Al igual que en la mayoría de las provincias del país, en Azuay los resultados del referéndum y consulta popular del 16 de noviembre de 2025 no fueron favorables para el Gobierno del presidente Daniel Noboa. En este territorio el no ganó en las cuatro preguntas que fueron sometidas a votación.

Según los resultados escrutados por el Consejo Nacional Electoral (CNE), el no se impuso en las cuatro preguntas que consultaron los temas: el levantamiento de la prohibición de tener bases militares extranjeras, la eliminación del financiamiento del Estado a las organizaciones políticas, reducir el número de asambleístas y la propuesta para convocar a una asamblea constituyente.

Los resultados a nivel provincial fueron los siguientes:

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  • Pregunta A: Sí, 42,08 % / No, 57,92 %
  • Pregunta B: Sí, 46,55 % / No, 53,45 %
  • Pregunta C: Sí, 51,5 % / No, 48,5 %
  • Pregunta D: Sí, 40,23 % / No, 59,77 %

El resultado del no en las cuatro preguntas de la consulta popular en Azuay dejó una lectura transversal que combina razones cívicas y sociales.

Para el abogado constitucionalista José Chalco, oriundo de la provincia, el pronunciamiento no fue un voto impulsivo, sino una decisión “calculada y profundamente cívica”. Sostiene que en el electorado azuayo “hay un ejercicio de razonamiento, sentido cívico y miramiento a lo más importante”, lo que llevó a evitar un nuevo ciclo de incertidumbre en un país ya marcado por tensiones políticas y falta de respuestas en temas urgentes.

“El Ecuador no puede estar dentro de más inestabilidad y falta de acción por lo urgente para la población”, dijo, aludiendo a las preocupaciones sobre trabajo, seguridad y salud.

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La mirada coincide con la de Lauro Sigcha, presidente de la Federación de Organizaciones Indígenas y Campesinas (FOA) de Cuenca, aunque desde un enfoque más social y territorial.

Para él, el triunfo del no no corresponde a un solo grupo sino a una articulación amplia: “Están los trabajadores, los indígenas, los campesinos, los defensores del agua, la juventud”, destacó, señalando que este último sector “dio un cambio radical a su posición”.

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En su interpretación, la votación también representó “un castigo al Gobierno que ha mostrado indolencia, represión fuerte y que pensó que imponiendo el miedo iba a obligar a los ecuatorianos a seguir su rumbo”.

Ambos coinciden en que la propuesta de una Asamblea Constituyente fue vista como un factor adicional de inestabilidad. Chalco recordó que “una constituyente implicaba al menos un periodo de un año de inestabilidad con procesos electorales, caos político y una ausencia de norte a seguir”, mientras que Sigcha enfatizó que la ciudadanía no quiso sumar más incertidumbre a un país “a la deriva”, como él lo describe.

Para el jurista, el rechazo también estuvo marcado por la constatación de que no es necesario cambiar la Constitución para enfrentar al crimen organizado: “Se puede seguir combatiendo al crimen, a las bandas y bandidos”, dijo, citando la extradición de Fito y los operativos contra la minería ilegal realizados “con la actual Constitución”.

Desde la perspectiva de las organizaciones sociales, lo ocurrido envía un mensaje directo tanto al Gobierno como a los actores políticos tradicionales.

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Sigcha sostiene que la jornada fue “un jalón de orejas” al Ejecutivo por creer que “dando bonos a última hora y con todo un aparato de comunicación fuerte podían engañar a la gente”. Y añade que la consulta reafirmó la importancia de “revisar bien la Constitución” y defender una Carta Magna “progresista”, al tiempo que obliga a los movimientos políticos a “regenerarse para entender el mensaje de lo que el pueblo quiere”.

El voto azuayo también tuvo un componente simbólico ligado a la defensa del territorio. Sigcha considera que “Cuenca y el Azuay iniciaron el camino hacia una justicia para que el Ecuador sea un país mejor, respetuoso, que defiende los derechos de la naturaleza”.

En su relato, Sigcha dice que “desde Azuay se encendió la llama para defender los derechos de la naturaleza” y el proceso no es nuevo, sino parte de una movilización que viene desde hace más de un año: “El quinto río no solo inundó Cuenca sino todo el país”.

Chalco, por su parte, atribuye parte del rechazo al malestar ante decisiones recientes del Gobierno, como intentar “invisibilizar las propuestas ciudadanas” y calificarlas como agendas externas. “Quienes vivimos en Cuenca conocemos históricamente de un sentido cívico y respeto al Estado Constitucional”, añadió.

Tanto Chalco como Sigcha descartan que el resultado sea un triunfo de una fuerza partidista específica. Para el dirigente de la FOA, “no ha ganado el correísmo, ganaron los movimientos sociales, la ciudadanía”, una campaña “reactiva, sin sello personal ni de partidos, sino del pueblo”.

Y mientras Sigcha advierte que si el Gobierno mantiene “la misma actitud” la gente volverá a las calles, Chalco considera que el mensaje de las urnas exige al Ejecutivo abandonar la confrontación interna y ofrecer “un gobierno no de mínimos, sino de respuestas amplias y suficientes”.

(I)