“Arriba el paro” y “Fuera, Lasso” son los gritos que pequeños grupos de manifestantes hacen a su paso por San Miguel del Común, comunidad localizada en la salida norte de Quito, sobre la avenida Panamericana Norte. Por octavo día consecutivo la vía que comunica a la capital con las provincias de Imbabura y Carchi se encuentra cerrada al paso vehicular.
Desde la tarde y noche del domingo último, manifestantes llegados desde Imbabura y la parte norte de Pichincha, Cayambe, Cangahua, entre otros, intentan avanzar hasta Quito para radicalizar la protesta que tiene carácter indefinido, según el movimiento indígena, y está vigente desde el lunes 13 de junio pasado.
Una habitante de una de las comunidades cercanas pedía a los medios que informen sobre la “masacre” que vivieron la noche anterior, cuando, dijo, militares y policías los reprimieron con bombas lacrimógenas, para no dejarlos avanzar a la capital. La mujer que no quiso dar su nombre criticaba que se haya dado el ataque en una zona urbana en la que viven ancianos y niños. Ella estaba junto a un vecino que mantenía una tela en la pantorrilla izquierda, que, explicó tapaba una herida hecha en la represión que vivieron.
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Poco antes, un manifestante gritaba a los medios que deben publicar todo lo que graban y decir la verdad, que de no darse eso, ellos les quitarían los equipos y lo retendrían. De un momento al otro, el reclamo subió de tono. El individuo, que trataba de taparse el rostro con una bufanda, se acercó de forma violenta al equipo de Teleamazonas y le lanzó una piedra. Los gritos del hombre siguieron, mientras otro protestante llamaba por celular a más de sus “compañeros” para bajar las llantas de los carros que a esa hora estaban en el lugar.
Poco después de las 07:00 se cerró por completo la vía a la altura de San Miguel del Común y empezaron a movilizarse grupos de entre cinco y diez personas, con pasamontañas en los rostros y palos en las manos. Aseguraban que su destino era Quito y que permanecerían en la protesta hasta cumplir su objetivo.
En horas de la madrugada, un grupo de al menos 40 carros, que estaba detenido desde la noche anterior, logró sortear los obstáculos y pasó con destino a Guayllabamba.
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Al momento el avance de los protestantes sigue dándose de forma lenta y por grupos. En pocos casos logran pasar autos de los manifestantes en lo que se llevan grupos mayores de gente.
En mayoría quienes están por la zona se movilizan a pie o mediante los pocos taxis que por llevarlos de San José Común hasta Carapungo, alrededor de 3 kilómetros, les cobran un dólar. Poco a poco van disminuyendo estos transportes, pues los manifestantes amenazan con pinchar sus llantas. " Nosotros sin trabajar y sin comer y tú trabajando, eso no es justo. Te advierto, si vuelves te bajo las llantas”, le decía una mujer a uno de los taxistas que ofrecía su vehículo para llevar gente. (I)