Mónika Mosquera Romero es multifacética. A más de dirigir una fundación, es líder gremial, empresaria, gestora cultural, locutora, actriz y cabeza de hogar. Tiene 45 años.

Vivió hasta adolescente en el sur de Quito, en los populares barrios de Solanda y La Santiago. Desde entonces se unió a organizaciones comunitarias.

Estudió Ingeniería en Ciencias de la Información y Bibliotecología en la Universidad Cristiana Latinoamericana e hizo una maestría en Intervención Social en Sociedades del Conocimiento en la Universidad Internacional de La Rioja.

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A sus 20 años, luego de haber conducido varios programas radiales, hizo su estreno en televisión, en Pasado y confeso y De la vida real. Ha actuado en siete películas y un sinnúmero de cortometrajes y obras de teatro.

Desde 2003 labora en la Universidad Central del Ecuador como bibliotecaria. Ahora preside dos gremios laborales: el de esa universidad y el de la federación que aglutina a todos los trabajadores universitarios del país. “La lucha gremial me ha llevado a ser contestataria con lo que hoy está viviendo el país”, sostiene.

En su última declaración patrimonial jurada, el año pasado, registró un patrimonio negativo de $ 408. Cuenta que hizo un mal negocio en la pandemia. Importó mascarillas y luces de desinfección a través de la empresa Al Energy Solutions Led LLC, domiciliada en Nueva York (EE. UU.), que ella misma dirige. Sin embargo, no vendió toda la mercadería.

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Hace catorce años creó la Fundación Caminar Mónika Mosquera, que ayuda a madres adolescentes, niños y ancianos. “Yo fui madre adolescente y conozco las vicisitudes”, afirma. Obtuvo la personería jurídica en 2019. Dos años después, firmó dos convenios con el Ministerio de Inclusión Económica y Social por $ 203.234, para financiar el funcionamiento de cuatro centros públicos de desarrollo infantil.

Mosquera explica que ese dinero cubrió los sueldos de las maestras por un año lectivo y que la fundación se hizo cargo del resto de gastos.

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Fue candidata a diputada por el movimiento Pachakutik en 2006. En 2017 se postuló para asambleísta por la alianza entre el Partido Social Cristiano y el movimiento Quito en Acción. Y en 2019 participó en las elecciones para concejala de Quito por el movimiento Concertación.

Entre 2014 y 2015 fue asesora del entonces asambleísta Fernando Bustamante, de Alianza PAIS. Mosquera aclara que no se ha afiliado a ningún partido político.

Para su trabajo en el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social tiene pensadas algunas acciones, como exigir a las instituciones públicas que obtengan certificaciones internacionales en mejoramiento de procesos administrativos y prácticas antisobornos, e impulsar una escuela de formación para que los ciudadanos aprendan los mecanismos de control y participación.

También quiere crear el Observatorio Nacional Ciudadano, para fortalecer las veedurías ciudadanas. Mosquera sostiene que las veedurías existentes tienen problemas porque no están bien conformadas y no pueden concretar sus acciones, y que el Observatorio será una ayuda para estas. (I)

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