La selva del Darién, entre Panamá y Colombia, es una de las rutas más peligrosas del mundo para personas refugiadas y migrantes. Quienes la atraviesan se enfrentan no solo a un camino muy difícil con acantilados traicioneros y ríos crecidos; también a la violencia extrema de grupos que les atacan, les roban todas sus pertenencias y les agreden sexualmente. A diferencia de 2021, cuando la mayoría de migrantes que cruzaron el tapón del Darién fueron haitianos, este año el país que predomina en las listas de migración es Venezuela.

Más de mil kilómetros recorridos en bus o caminando separan a cientos de familias venezolanas de sus casas. Migraron de su país por supervivencia, como señalan. Están sentadas en el césped, esperando a que se desocupe una carpa para pasar la noche. En la Estación Migratoria de San Vicente (Panamá) en un solo día, están llegando diariamente entre 300 y 900 personas (hay días en los que alcanzan a arribar hasta 1.500) que quieren avanzar cuanto antes a Costa Rica y seguir hacia Estados Unidos.

La estación migratoria de San Vicente está ubicada en la provincia del Darién, en Panamá. Allí llegan, tras cruzar la peligrosa selva del Darién, miles de migrantes; tan solo en 2021 pasaron por esta frontera entre Colombia y Panamá 134.000 personas migrantes, de las cuales en su mayoría fueron haitianas (62%) y, en distinta cantidad, cubanas (14%), de diferentes países de África (3%) y de Venezuela (2%).

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Bajo Chiquito es una comunidad indígena del Departamento Emberá Wounaan y es el primer lugar al que llegan los migrantes. Con el aumento del número de migrantes a través de la selva del Darién, esta comunidad de alrededor de 400 personas se ha visto desbordada en ocasiones. Los migrantes llegan allí después de 5 a 7 días de caminata en la estación seca. Foto: Marcos Tamariz

Un grupo de canoas partió de Bajo Chiquito el 13 de junio hacia las Estaciones de Recepción Migratoria. Los migrantes celebran la salida del pueblo y, sobre todo, la salida del Tapón del Darién. Sin embargo, muchos desconocen que su estadía en los centros de acogida en Panamá puede ser bastante larga. Y una vez que salen de Panamá, quedan más de 5.000 kilómetros (3.100 millas) por recorrer —a través de Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México— antes de llegar a Estados Unidos, el destino final de la mayoría de estas personas forzadas a abandonar sus hogares.

También miles de ecuatorianos

Entre enero y septiembre de 2022, de acuerdo con cifras del gobierno panameño, cruzaron por el Darién 151.182 personas, de los cuales 130.012 son adultas y 21.570 son menores. La mayoría provienen de Venezuela (107.692), Haití (8.613), Ecuador (6.698), Cuba (4.332), India (1.921) y Senegal (1.903).

Para llegar a Panamá desde Colombia, los migrantes tienen varias opciones: pagar $ 400 para tomar un bote desde Capurganá (Colombia), hasta Carreto (Panamá) y luego cruzar la selva caminando durante dos o tres días hasta llegar a Canáan Membrillo (Panamá).

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Julio, un migrante venezolano que cruzó el Darién sin una pierna y viajó solo desde Venezuela, es atendido por Médicos Sin Fronteras. Foto: Oliver Barth

También pueden viajar en bote hasta Yaviza, Panamá, pero es mucho más costoso.

La otra ruta, menos costosa pero más peligrosa, consiste en caminar desde Capurganá hasta la comunidad indígena panameña de Canáan Membrillo, trayecto que puede tardar entre siete y 10 días y en el que se denuncian constantemente robos, agresiones y casos de violencia sexual.

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El único lugar en San Vicente donde los migrantes pueden tener agua para su propia higiene y lavar su ropa. Foto: Santiago Valenzuela

Entre enero y agosto de 2022, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) atendieron 151 casos de violencia sexual ocurridos en la travesía por el Darién, aunque son conscientes de que puede haber habido más casos dadas las dificultades de acceso en diferentes puntos de la selva. (I)